¿Quién no se ha visto alguna vez, sin casi poder articular palabra alguna al tener que dar testimonio de su fe?
Proveyendo estas situaciones el Señor Jesús, antes de ascender a los cielos les dijo a sus discípulos:
… Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hechos, 1:8)
Entendiendo que el significado aquí de “poder” implica: Facultad, habilidad, capacidad o autorización para llevar a cabo una determinada acción; y en este caso en concreto para testificar de Jesucristo.
Acción, la de testificar, que a los discípulos actuales también nos concierne y que debemos asumir sin necesidad de utilizar un vocabulario rebuscado y religioso, hablando de lo que no entendemos del todo.
Cuando si contásemos nuestra propia experiencia en Cristo, podríamos ser más convincentes, al apoyarnos con firmeza en nuestra propia vivencia o testimonio.
Y debido a que como se ha dicho al principio, que no sabemos qué, o como testificar (aunque no todos) aún deseándolo, he intentado parafrasear el verso más arriba transcrito, para que comprendamos un poco mejor lo que quiso decirles el Señor a sus discípulos y que también nos lo podemos aplicar nosotros:
“Cuando haya venido, o venga sobre vosotros el Espíritu Santo, recibiréis la facultad y la habilidad para relatar o dar a conocer de forma convincente, todo lo que de mí, vuestro Maestro y Señor, habéis oído, visto y aprendido; lo compartiréis con los vuestros, en vuestra propia ciudad, en todo el país y, en cualquier lugar de la tierra donde os encontréis”.
Así que adelante sin ningún tipo de temor, que (dejó dicho el Señor) estoy con vosotros. (Mateo, 28:19-20)
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun MAYORES hará, porque yo voy al Padre. (Juan 14:.12)
Amén y amén.
Sencillo y fácil, me gusta. Besazo para todos.
La oración. El medio vital para conocer en profundidad a alguien es pasar tiempo juntos y comunicarse. Con Dios es igual. Cuidar donde nos pueden llevar nuestros ojos, seguir el ejemplo del Señor y conocerle a través de lo que la Palabra nos dice él, a través de un tiempo de oración tendremos un conocimiento personal y directo, que nos ayudará a ser testigos de la luz.