Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.
Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento. (Marcos, 12:41-44)
Leyendo estos versos, vino a mi mente no ya nuestras ofrendas en metálico, sino las ofrendas de tiempo que dedicamos al servicio del Señor.
Porque en realidad, muchos de los seguidores de Jesucristo, que preparados concienzudamente “para servirle” en escuelas, universidades, y seminarios de élite, al igual que algunos de los grandes evangelistas conocidos internacionalmente que “a distancia” evangelizan a miles en grandes estadios, y que hacen alarde de su saber y conocimiento, a través de los medios de comunicación, dedican al servicio del Señor tan solo una parte de su tiempo, (que es mucho) y generalmente en grandes eventos, a pesar de la “riqueza espiritual que acumulan” según ellos.
Cuando otros, anónimos ellos, y aparentemente “pobres espirituales”, al no haber podido prepararse convenientemente en seminarios y escuelas bíblicas, dedican a tiempo y a destiempo, al servicio del Señor, “todo lo que tienen, saben y entienden” llevando el evangelio y de manera muy cercana, por las calles y a lugares olvidados donde muchos “no pueden ir” lugares donde hay gentes que probablemente no llegarían a conocer a Jesucristo, si no fuera por estos pocos; porque los muy “ricos espirituales” (según ellos) no tienen tiempo ni ganas para ello.
Porque:
Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada;
Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas. (Proverbios, 13:7)
¿PUEDES PENSAR EN ELLO?
Su artículo me ha aclarado la confusión que tenía sobre este tema. La redacción es clara, interesante y fácil de entender y su lectura muy agradable.
Excelente exposición de este tema. Sencilla y clara. Saludos desde el estado de Tennessee, Estados Unidos.
Hoy precisamente meditaba en ello, y me doy. Cuenta que no todo es dinero. Que el tiempo que dediquemos en compartir el evangelio de Jesucristo a nuestro prójimo es igual una ofrenda qué agrada a Dios. Bendiciones
Tuve esa duda sobre el tiempo que se pudiera ofrendar en participar en grupos y hablar de las grandezas que Dios hace en nuestras vidas y me ha quedado claro sobre lo expuesto.
Gracias
Edgar he participado junto a personas de «elevado nivel espiritual» evangelistas profetas y apóstoles, de primera línea, que al terminar el acto en el que participaban, ni se dignaban a hablar con las personas que se dirigían a ellos, alegando que no tenían tiempo que perder, dejándoles con la palabra en la boca.