Echa mano….

 

En la primera de las epístolas que Pablo dirige a su discípulo Timoteo, al estar este al cargo de la obra en Éfeso, que, al ser Éfeso, en ese tiempo, el mayor centro de adoración de la diosa Diana, le recuerda entre otras cosas lo siguiente:

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. (1 Tim. 6:12)

Probablemente, Timoteo se encontraba inmerso en una lucha contra principados, potestades, y contra huestes espirituales de maldad que gobernaban Éfeso. (Efesios, 6:12)

Y una de las armas espirituales a utilizar en esa lucha, era la vida eterna.

Vida eterna, (Juan, 6:47) que aún en este tiempo, a muchos de nosotros se nos olvida utilizar. Podemos (en verdad) poseer la vida eterna y no experimentar en el día a día, lo que va unido a ella. Por lo que hay que utilizarla, aplicarla y practicarla. (Juan, 14:12)

Por consiguiente, echar mano de la vida eterna, al ser Jesucristo la vida eterna, significa, apropiarse de cada una de las promesas por Él hechas a los suyos, (Juan, 16:24)   para salir victoriosos en la defensa o propagación del evangelio del Reino, que es de lo que se trata.

Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. (1 Juan, 5:20)

Así que…   ¿Podrías pensar en echar mano de la vida eterna?

 

 

 

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