Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. (Mateo. 22:21)
Esta fue como todos sabemos la respuesta que les dio Jesús, a los que para probarle, le preguntaron si era lícito pagar impuestos.
Pregunta que nos hacemos muchos de nosotros, al conocer en qué y cómo gastan nuestros gobernantes el dinero que recaudan a través de nuestros impuestos. Pero, así y todo, y aunque no lo lleguemos a comprender del todo, como las autoridades por Dios han sido establecidas, debemos seguir las recomendaciones de nuestro Señor; me imagino que sus motivos tendrá. Porque el Señor todo lo que hace y dice, tiene sentido. (Romanos, 13:1)
La verdad es que nos molesta la mala administración y el derroche que con tanto descaro hacen gala de ello, los que se supone tendrían que ser honestos y eficientes administradores de los bienes que se les confían; olvidando que tendrán que dar cuenta a Dios de sus actos, lo crean o no lo crean. (2 Cort. 5:10)
Y aunque no nos guste, los que le hemos dado a Dios lo que es Dios, en obediencia a su palabra, tendremos que darle a César (al gobierno) lo que es de César, ya sea sujeción, obediencia, tributo o impuesto.
Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. (Rom. 13:7)
¡¡PIÉNSALO!!
LA VERDAD ES QUE MANCHA NUESTRO TESTIMONIO ( Y MUCHO!), NO DARLE CÉSAR LO QUE LE CORRESPONDE…