¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.(Mateo, 23:27-28)
Una de las cosas que más aborrece y condena el Señor, es la hipocresía y el disimulo. Sobre todo en aquellos que nos consideramos sus discípulos.
Porque, ¿Qué es un hipócrita sino aquél que se comporta de manera contraria a lo que piensa, fingiendo ser algo que no es?
Por eso, se dirige el Señor de manera tan dura a escribas y fariseos, que al conocer los unos como los otros La Palabra de Dios y creyendo vivir a los ojos de los demás, conforme a ella, sus hechos declaraban lo contrario. (Marcos, 7:5-7)
De ahí que el Señor recomendara que todo lo que dijeran y enseñaran, escribas y fariseos, se guardara e hiciera, pero que se tuvieran en cuenta sus obras, (sus vidas) para no hacer lo que ellos hacían
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. (Mateo, 23:1-7)
Recordé al leer y meditar en esta porción del evangelio de san Mateo, lo que me aconteció durante un viaje que realicé a otro país, invitado para compartir La Palabra en una de las denominaciones más importantes del lugar.
Sucedió que durante el intermedio de los servicios dominicales, el pastor, que a su vez era un líder nacional y ocupaba un cargo muy importante en dicha denominación, me invitó a tomar café en su despacho privado. Allí, a solas, sin testigos, rompiendo a llorar, me abrió su corazón, intentando desprenderse de una pesada carga que llevaba. Carga que cada vez se hacía más pesada debido a tener que disimular ante los demás, que no la tenía, simplemente por el cargo que ostentaba.
Hablamos a cara descubierta, oramos, nos abrazamos y regresé a mi país. Creo que se atrevió a confesarse conmigo, porque al ser un extranjero vio en mí, a alguien que no podría utilizar “dicha carga” en su contra.
Así que, me atrevo a decir de este varón y sin sentido peyorativo, que era “un sepulcro blanqueado” al igual que muchos de nosotros, que aparentamos algo que no somos.
Debido a esto, a lo que he relatado, he querido recurrir al símil, sepulcros blanqueados, que son las palabras que utilizó el Señor Jesús para definir a los escribas y a los fariseos, por si de alguna manera pudiéramos aplicárnoslas nosotros, los que trabajamos para el Señor, porque al igual que ellos, somos o nos consideramos catedráticos de la Palabra, diciendo y enseñando lo que se debe o no se debe hacer, pero que en ocasiones, en muchas, no nos aplicamos a nosotros mismos, lo que decimos y enseñamos.
Disimulando (aunque no todos) lo “que se cuece en nuestro interior”, sin ser capaces de abrir nuestro corazón ante nadie, para que nuestra” blanca imagen” no quede en entredicho. Añadiendo carga sobre carga y pesar sobre pesar.
Sería bueno, tal vez, recordar aquello de, médico cúrate a ti mismo, porque los que hemos sido llamados por el Señor, deberíamos ser los primeros en vivir sin disimulos, con transparencia, sin temor al qué dirán, viviendo y practicando todo aquello que predicamos, porque incluso a los que se les llamó sepulcros blanqueados, al reconocer su error, llegaron a ser verdaderos discípulos de Jesucristo. Tal como le aconteció a Nicodemo, hombre principal y fariseo (Juan, 19:39) y a Pablo, fariseo de fariseos que persiguió con mucho celo, a la iglesia de Jesucristo, convirtiéndose de perseguidor en perseguido:
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo (Filipenses, 3:4-7)
Sepulcro blanqueado, es sinónimo de apariencia de vida donde no la hay, de querer adornar y disimular todo lo que deberíamos haber desechado y no lo hemos hecho. Y que no se ha desechado (los que lo tengan) por no querer perder el “status” del que se disfruta, por miedo al qué dirán o qué pensarán de nosotros, cuando verdaderamente lo que nos tendría que preocupar es lo que piense y diga de nosotros el Señor Jesucristo.
Porque lo que dejó dicho el Señor Jesucristo, sobre que fueran él todos los cargados y trabajados para darles descanso, no era sólo para “las ovejas” o para los perdidos, sino que era para todos los que lo necesitaran ya fueran apóstoles, profetas, evangelistas, pastores o maestros. (Mateo 11:28-30)
En caso contrario, si se está cargado, la carga se hará cada vez más pesada, sobre todo para “los ministros” al tener que presumir o aparentar lo que no se tiene.
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. (Salmos, 84:5)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Buenísimo e importante cumplirlo siempre!!!!!
MUCHAS GRACIAS Y BENDICIONES!!!
Saludos desde Ecuador estimado Pastor, excelente artículo, es muy cierto lo que usted menciona, debemos quitarnos de encima toda carga que nos lleve al fracaso espiritual, es momento de sincerarnos delante de Dios y reconocer nuestro estado espiritual y si es necesario que el alfarero moldee algunas partes de nuestra vida, aún cuando esto sea doloroso, debemos someternos a ese proceso, pues al finalizar seremos una vasija útil en las manos del Señor. ¿Sepulcros Blanqueados?, ó ¿Sinceros y Humildes? .
Bendiciones.
Gioconda