Soy de lo que están convencidos que el Señor habla a los hombres; y que habla de distintas formas y maneras. Nunca he oído la voz (audible) de Dios, así y todo el Señor me ha hablado, generalmente a través de Su Palabra; en otras ocasiones, durante una predicación y a menudo, al buscarle en oración. (Job, 33:14)
En esta ocasión, fue a través de una exposición bíblica en la que se me quedó grabada en mi mente la siguiente frase: NO DEJÉIS QUE SATANÁS OS ROBE LA PALABRA.
Fueron varios días los que estuve pensando y “rumiando” dicha frase, hasta que tomando mi viejita Biblia, me senté a leer la parábola del sembrador. Parábola en que Jesús expone, como todos sabemos, el fin que tiene La Palabra de Dios, según en qué lugares caiga la semilla del sembrador:
Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron.
Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra.
Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.
Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. (Marcos, 4:3-8)
Y como los discípulos, al fin y al cabo, hombres como nosotros, con pocas luces en las cosa del Reino, le preguntaron a su Maestro el significado de la parábola:
Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
El sembrador es el que siembra la palabra.
Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.
Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan.
Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. (Marcos, 4:13-20)
Al resaltar con negrita el primer grupo de personas en las cuales se sembró La Palabra, se debe a que aquí es cuando, el Señor abrió mi entendimiento sobre que Satanás puede robar la palabra sembrada en nuestros corazones, y no sólo a los recién “convertidos” sino a los que llevamos años en el camino o tal vez junto al camino.
Porque siempre había entendido que este grupo de personas, eran los que por primera vez asistían a una campaña evangelística y emocionados levantando su mano “se entregaban al Señor” o que algún amigo o familiar les hablase de Jesucristo y les invitase a hacer “la oración del pecador” pero que al tiempo, todo quedaba en el olvido.
Y aunque aparentemente es así, existe la posibilidad de que la palabra sembrada, sea quitada del corazón de los “veteranos del evangelio”. Posibilidad que surge cuando no profundizamos en ella para obedecerla. Cuando por ociosidad y comodidad, dejamos de meditar en ella, prefiriendo que sean otros, los que por nosotros la lean y entiendan.
Pudiendo darnos cuenta del robo de la palabra, al comprobar que parte o todo lo que en ella se enseña o establece, no se tiene o no lo tenemos en cuenta; sino que prevalece sobre ella nuestro propio razonamiento e intelecto. Y como la palabra fue sembrada en el corazón, (en el nuestro) y conociendo que según la Biblia el corazón entre otras cosas, encarna el entendimiento o más bien la voluntad, (la nuestra) cuando nuestra voluntad predomina sobre la voluntad de Dios, su Palabra, sin lugar a dudas, ha sido robada de nuestro corazón. (Lucas, 6:45)
Y así es; la palabra puede ser quitada o robada de nuestros corazones; sobre todo, cuándo la duda y la incertidumbre, que es falta de fe, sobrevuelan nuestra mente, y esto es así porque a pesar de haber sido sembrada (la palabra) en nuestro corazón, parece ser que lo ha sido muy superficialmente, de tal manera que al no tenerla en cuenta, la descuidamos, y al descuidarla, poco a poco nos la van quitando, hasta quedarnos con un sucedáneo de ella o sin ella.
Llenando el hueco que ha dejado La Palabra, con todo tipo de palabrería y argumentos para satisfacción y consumo propio. Si mis hermanos, La Palabra nos puede ser robada, y después de ser robada sustituida. (Mateo, 15:8-9)
Porque si La Palabra de Dios que es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos, ni pincha nuestra conciencia, ni corta nuestros deshonestos pensamientos, es que ya no está en nosotros.
Así que, no permitas que quiten La Palabra de tu corazón, créela y abónala a través de la oración y la alabanza, para que germine y de fruto, y sobre todo ten en cuenta lo que nos dice el Señor de La Palabra para que no nos la quiten:
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. (Prov. 4:23)
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. (Juan, 6:63)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Excelente comentario hermano.
Abrazos y bendiciones
Rene
Gracias por tan oportunas y sabias palabras.
Verdaderamente debemos cuidarnos aun cuando llevamos muchos años, el enemigo de nuestras almas esta usando mucha astucia y personas de adentro para confundir a sus escogidos.
Por ello debemos estar perseverante y alertas en oración para no ser engañados.
Ud nos confirma lo q le pedimos a Dios para nuestras vidas.
Atentos continuaremos sensibles a la voz del Espíritu Santo.
Sus hermanos
Aurelio y Ma Elena.
Gracias Pastor, muy clara su enseñanza. QUE ASÍ SEA!!!!
AMEN!!! BENDICIONES!!!!