A todos, o casi a todos los que estamos al servicio del Señor, en alguna ocasión, alguien, en el nombre del Señor nos animó “a hacer nuestras” las palabras que el Dios Eterno dirigió a Josué, sucesor de Moisés:
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué, 1:7-9)
Aunque también es posible (suele pasar) que, al meditar en esa porción de la Palabra, sin que nadie mediara, sentimos en nuestro interior, que era la respuesta a nuestras oraciones, por lo que nos apropiamos de todas y cada una de las palabras que el Señor le dirigió a Josué. Debido a ello, quise conocer más de Josué y que motivó al Señor para fijarse en Josué.
Así que veamos: Era Josué, hijo de Nun, de la tribu de Efraín, su nombre propio era Oseas, que significa “Él salva” Moisés se lo cambió por el de Josué, cuyo significado es “Jehová salva”. (Núm. 13:16)
Siendo aún joven Moisés lo escogió para liderar las huestes de Israel para enfrentarse a los amalecitas que les había atacado, obteniendo una aplastante victoria. (Éxodo, 17:8-14)
Acompañó a Moisés cuando este subió al monte Sinaí para recibir las Tablas de la Ley, honrándole así delante del pueblo, y preparándole para el servicio al que Dios le había de llamar. (Éxodo, 24:12-16)
Nunca se apartaba del tabernáculo, cuando Moisés regresaba al campamento después de hablar con Jehová. (Éxodo, 33:11)
Aceptó la corrección de Moisés, al tomar una decisión que no le correspondía. (Núm. 11:25-29)
De los doce jóvenes que Moisés envió a explorar la tierra prometida, Josué fue uno de ellos y que, junto a Caleb, fueron los únicos que llegaron a entrar en ella. (Núm. 14:28-30)
Ordena el Señor a Moisés, que delante del sacerdote Eleazar y de toda la congregación imponga sus manos sobre Josué, para que, al pasarle su dignidad en presencia de todos y sucederle en el cargo, le obedezcan. (Números, 27: 18-23)
Es animado y fortalecido por Moisés, a pasar delante del pueblo para tomar posesión de la tierra prometida. (Deut. 31:7-8)
Confirma el Señor en su cargo a Josué en el tabernáculo de reunión. (Deut. 31:14-15)
Acompaña a Moisés en el cántico que este recita a los israelitas, antes de su muerte. (Deut. 32:44)
A la muerte de Moisés, Josué, como su sucesor, fue lleno del espíritu de sabiduría al haber puesto Moisés, sus manos sobre él:
Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés. Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés. (Deut. 34:8-9)
Tuvo que aprender Josué, respeto y obediencia. Es decir, a esperar en el Señor, hasta llegar al lugar que el Señor tenía preparado para él. Esforzándose en servir a Moisés, como ayudante. Ya que, (parece ser) para suceder a Moisés, se requería de alguien que estuviera o hubiera estado bajo autoridad, con la valentía y humildad necesaria para asumir y dar a conocer lo establecido por el Señor. Alguien esforzado y valiente que se cuidara de guardar la Palabra de Dios, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda, condición necesaria, según el Señor, para ser prosperado en todo lo que emprendiera en su nombre.
No han cambiado mucho las cosas desde los tiempos de Josué, para todos aquellos que el Señor ha llamado a su servicio. Ya que, aún se requiere además de respeto y obediencia a su Palabra, esfuerzo y valentía para llevarla a cabo. Porque la valentía, es un reto al que debemos enfrentamos para poder espiritualmente crecer, aprender y superarnos a través de la Palabra de Dios, porque: Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Tim. 3:16-17)
Y si con valentía, nos esforzamos en buscar primeramente (que es de lo que se trata) el reino de Dios y también su justicia, seremos prosperados en todo aquello que emprendamos en el nombre del Señor.
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. (Isaías, 55:10-12)