El Tabernáculo restaurado.

Al regresar Pablo y Bernabé de su primer viaje misionero, se dispuso que ambos subiesen a Jerusalén, debido a la controversia   formada con los “nuevos convertidos no judíos” al no estar muy seguros algunos judíos como enfrentar la conversión de los gentiles.

Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. (Hechos, 15:1-2)

Durante la reunión, después de mucha discusión, tuvo que levantarse el apóstol Pedro y recordarles como le utilizó el Señor para llevar el evangelio a un centurión romano y a otros gentiles que con él estaban, dándoles el Señor el Espíritu Santo al igual que a ellos en Pentecostés les dio. (Hechos, 15:7-11)

Al oír a Pedro, todos los asistentes callaron y tuvieron que oír a Bernabé y a Pablo contar cuan grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y cuando terminaron de contarlo, Jacobo que presidia la reunión expuso lo siguiente:

Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios… (Hechos, 15: 14-20)  

 Dando a entender que comenzaba un nuevo tiempo de servicio y adoración a Dios, y a ese tiempo debían sujetarse.  

Pero, ¿Qué cosa era el tabernáculo de David, al que se refirió Jacobo?  Porque en las Escrituras también se hace mención de otro tabernáculo:

EL TABERNÁCULO DE MOISÉS.

En primer lugar, aunque todos los lectores y estudiosos de las Sagradas Escrituras estarán enterados de ello, vamos a tratar de hacer un breve resumen del Tabernáculo de Moisés.

Era el Tabernáculo una “tienda móvil o transportable”. Dios le dio instrucciones muy específicas a Moisés sobre su diseño y los materiales a usar. Servía como santuario donde los israelitas iban a presentar sus oraciones, sus sacrificios y sus alabanzas a Dios. Llegando a llamarse debido a esto, el Tabernáculo de Reunión.

Se construyó con ofrendas voluntarias del pueblo tal como lo pidió Dios. Todos los que quisieron, ofrendaron por voluntad propia y por amor a Dios.

Jehová habló a Moisés, diciendo:  Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.  (Éxodo, 25:1-9)

Estaba dividido en tres zonas: El atrio exterior, el lugar Santo y el lugar Santísimo.

Solo se permitía a los israelitas entrar hasta el atrio; los sacerdotes podían entrar hasta el lugar Santo; solo el sumo sacerdote podía entrar al lugar Santísimo y esto una vez al año.

En el atrio estaba el altar de los sacrificios y la fuente de bronce; en el lugar Santo, el candelabro, la mesa de los panes de proposición y el altar del incienso; y en el lugar Santísimo, el Arca de la Alianza y el propiciatorio. (Éxodo, cap. 40)

Una vez que los israelitas tomaran posesión de la Tierra Prometida, El Tabernáculo permaneció en Silo cerca de 370 años, siendo su última ubicación en Gabaón.  

Y fue Salomón, y con él toda esta asamblea al lugar alto que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto.  (2 Crón. 1:3)

Una vez terminado el templo que construyó el rey Salomón, se traslada el Arca del Pacto y el Tabernáculo de Reunión con los utensilios sagradas que en él había, a las instalaciones del Templo en Jerusalén.  A partir de ahí, el Templo ocupa el lugar del Tabernáculo. (1 Rey. 8:1-4)

EL TABERNÁCULO DE DAVID.

Una vez que David es proclamado rey de Israel, después de haber tomado consejo de todos los jefes, en asamblea, deciden traer el Arca de Alianza a Jerusalén; alegando que desde el tiempo del rey Saúl, no se había hecho caso de ella. (1 Crón. 13:1-5)  

El primer intento no dio resultado, debido a que al “transportar” el Arca de manera indebida provocaron un serio incidente, debiendo dejar el Arca en casa de un levita llamado Obed-edom. (1 Crón. 13: 7-13)

Pero tres meses después, al enterarse David, que el Señor había bendecido la casa de Obed-edom, y después de haberse “documentado” sobre cómo y quién debía cargar con el Arca, es decir llevarla, se decidió su traslado a Jerusalén:  Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan perpetuamente. (1 Crón. 15:2)

El lugar elegido por David para el Arca fue Sión, (1 Crón. 15:1) ciudad de David. Allí arregló un lugar y levantó una tienda para alojar expresamente, el Arca de la Alianza. No se menciona con que “materiales” fue construida (1 Crón.  17:1) pero si que en medio de ella estaba el Arca, que representaba la presencia de Dios. 

Metieron, pues, el arca de Jehová, y la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había levantado; y sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. (2 Sam. 6:17)

Al parecer no había divisiones  dentro de la Tienda, ya que el Arca estaba en medio de ella. Y aunque la Biblia no menciona que motivó a David a llevar el Arca a Jerusalén, si que menciona que era un varón conforme al corazón a Dios, dispuesto a hacer su voluntad (Hechos, 13:22) y que estableció una nueva manera de ministrar delante del Arca. (1 Crón. 16:4-6) Allí no se ofrecían sacrificios ni se quemaba incienso “puesto que los altares no estaban allí” sino en Gabaón con el resto del mobiliario; estableciéndose el culto espiritual en Sión y el ceremonial en Gabaón, según algunos estudiosos de las Escrituras. Pero que, al construir el Templo, ambos se unieron de nuevo.

Y puso delante del arca de Jehová ministros de los levitas, para que recordasen y confesasen y loasen a Jehová Dios de Israel; Y dejó allí, delante del arca del pacto de Jehová, a Asaf y a sus hermanos, para que ministrasen de continuo delante del arca, cada cosa en su día(1 Crón. 16:4-5; 37-38)

Permaneciendo el Arca en la tienda levantado por David, hasta que se construyó el Templo:

Llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y levitas.  Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar. Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines. (1 Reyes, 8:4-6)

LEVANTANDO EL TABERNÁCULO CAÍDO.

Cientos de años después, encontramos al Señor Jesús manteniendo una conservación muy animada con una mujer samaritana, que al parecerle que Jesús era profeta, por lo que le había dicho anteriormente, aprovecha para hacerle una pregunta sobre un tema que le intrigaba: ¿Era en Samaria el lugar donde se debía adorar a Dios como lo habían hecho siempre los samaritanos o en Jerusalén, donde decían los judíos que se debía adorar?

Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.  Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.  Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan, 4:21-24)

Que resumiendo y parafraseando la respuesta que le dio Jesús a la mujer samaritana, sería: “Lo que importa mujer, no es donde se deba adorar, si no, cómo y a quien”.

El resultado de dicha conversación como todos conocemos, fue la conversión de muchos de los samaritanos que se acercaron a oír a Jesús, por el dicho de la mujer.

Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.  Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.  Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.  (Juan, 4:39-42)

Por lo que, la respuesta que le dio Jesús la mujer samaritana, y lo acontecido después, puede llevarnos a considerar que Jesús ya estaba “cerrando los portillos” y reedificando el tabernáculo caído de David (Amós,9:11)   para que la adoración en espíritu y en verdad comenzara a fluir en aquellos que buscaran al Señor.

Ya que, al entregar el Señor Jesús su vida en la cruz y rasgarse el velo del templo de arriba abajo en dos, (Mateo, 27:51) fueron quitadas las barreras de separación entre Dios y los hombres, pudiendo acercarnos a Él confiadamente (Hebreos, 10:19-22) al igual que se acercaban las gentes ante la tienda que levantó el rey David, para adorar y alabar a Dios.  

Y que, al exponer Jacobo ante los apóstoles y los ancianos reunidos en asamblea en Jerusalén, lo profetizado por el profeta Amós en cuanto al tabernáculo caído de David (Amós, 9:11-12) todos los asistentes callaron al comprender, que había comenzado un nuevo tiempo. Que el tiempo de la restauración espiritual para los gentiles que invocaran el nombre de Dios, es decir para nosotros, ya había comenzado. Y que a tenor de otras circunstancias (la restauración del reino davídico futuro) tanto judíos como gentiles podíamos acercarnos confiadamente al trono de gracia, con cánticos de alabanza y adoración en espíritu y en verdad.  

Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.  (Hebreos, 13:15)

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios. 

 

  

 

 

 

 

 

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