Dice la Palabra de Dios:
Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.
Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, les envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis todo el día aquí desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. (Mateo, 20:1-7)
Como solía, de nuevo el Señor Jesús, se dirige a todos los que le seguían, hablándoles través de parábolas, y en esta en concreto, enseña que existe una ultima oportunidad.
Utiliza el Señor, la figura de un terrateniente (padre de familia) poseedor de una gran extensión de viñedo, necesitado de mano de obra para trabajar en sus viñas, como sinónimo del reino de los cielos.
Vemos durante toda la jornada laboral como en varias ocasiones, el padre de familia, sale en busca de mas obreros para que trabajen para él; es tan extensa la viña que siempre se necesita mas mano de obra.
Y cuando prácticamente el día ha concluido, aún encuentra algunos que estaban desocupados; contratándolos inmediatamente.
Para ellos fue la última oportunidad de poder trabajar.
Semejante a la viña de la parábola es el reino de los cielos. El Señor desde el principio está llamando para que podamos participar de las bendiciones de ese reino, estando bajo su cuidado y protección. Con la seguridad que recibiremos el pago establecido por él (vida eterna). Algunos lo hacen desde su juventud; otros desde su madurez; también los hay que lo hacen en su ancianidad; incluso existe una última oportunidad para todos aquellos que oyendo del reino, lo buscan y esperan entrar en él, a pesar de haber perdido gran parte de su vida, desocupados, (ociosos) en cuanto a las cosas de Dios.
¿Podrías pensar en ello?