Pero no os regocijéis que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. (Lucas, 10:20)
En mas de una ocasión he sido testigo, debido a la diversidad de denominaciones y doctrinas, de discusiones sobre cual es la iglesia verdadera; discusiones y puntos de vista que han conducido a perder relaciones fraternales y en ocasiones amistades consolidadas.
Y como yo no deseo perder ninguna relación, ni enemistarme con nadie, transcribo a continuación, lo que hace años leí en un folleto que aún conservo:
Se cuenta que un notable predicador del Evangelio se hallaba una noche, en sueños, a la puerta del infierno. Golpeó e inquirió quiénes estaban dentro.
-¿Hay protestantes aquí?, Preguntó él –Sí, muchos, fue la respuesta.
-¿Hay católicos? – Sí, muchos.
-¿Hay “testigos de Jehová”? – Sí, muchos.
-¿Hay presbiterianos? – Muchos.
-¿Y hay miembros de mi Iglesia Evangélica? – Sí, también hay bastantes.
Desalentado y turbado, sobre todo por la última contestación, se dirigió hacia otra puerta; y golpeó a la puerta del cielo repitiendo las mismas preguntas:
-¿Hay protestantes aquí? – No.
-¿Hay católicos aquí? – No.
-¿Y los “testigos”? No los hay aquí.
-¿Y quién está de mi Iglesia? – ¿Tu Iglesia?, Aquí es desconocida.
-¿Pues, quién está aquí?, gritó él, con desesperación.
-Aquí no sabemos nada, le contestaron, de esas diversas distinciones. Solo el Nombre de Cristo es conocido aquí. Los que se encuentran aquí, son los que han sido lavados en la sangre del Cordero; los hay en gran número, de todo linaje y lengua y pueblo y nación-.
Creo que con esto que acabamos de leer, tendríamos mas que suficiente para terminar con toda discusión, sobre cual es la iglesia verdadera, y que ninguna de ellas salva, porque como dice la escritura….
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos, 4:12)
¿Podrías pensar en ello?
Una gran verdad..Quien salva es LA SANGRE DE CRISTO, nada más, y en el lugar que menos imaginamos podemos encontrarnos a verdaderos hijos de Dios.
Qué bonito, qué sabio!!!!