Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.(Hebreos, 11:21)
Generalmente nos emocionamos cuando observamos a los mas jóvenes adorando al Señor; esperando de ellos muchas y grandes cosas. Olvidándonos en ocasiones, de los mas ancianos, a pesar de que acumulan muchas y grandes experiencias en Cristo Jesús.
Tengo grabadas en mi mente, dos imágenes que nunca se me van a borrar, las de unos ancianos adorando al Señor.
Tanto la una como la otra ocurrieron durante unas visitas a congregaciones hermanas.
La una en España, la otra en otro país. En la primera de ellas, durante un culto, me sorprendió un anciano varón, que a duras penas, sosteniéndose en el bastón que le servía de apoyo, inclinaba su viejo y gastado cuerpo por duros años de trabajo en las minas asturianas, orando y adorando al Señor.
En la segunda, durante una charla de sobremesa en un humilde hogar cubano, surgió la necesidad de darle gracias al Señor por sus cuidados, postrándonos en el piso de la humilde casa; quedando impresionado al ver al anciano matrimonio que nos invitó a su hogar, sin importarles su avanzada edad, postrado en el suelo, al igual que los mas jóvenes; para ejemplo de todo los allí presentes.
No, no se me han borrado esas imágenes y no se me van a borrar.
Porque no importan los comienzos en la carrera cristiana, lo que importa es llegar al final, a la meta; como llegó Jacob, bendiciendo a sus hijos y adorando al Creador.
¿Podrías pensar en ello?