Tuvo el Señor Jesús, como en otras tantas ocasiones, que hablar en alegorías (de manera figurada) para que le entendiera la mayor cantidad de gente posible. En este caso habló de puertas. Porque ¿qué es una puerta, si no una abertura que permite acceder al interior de un lugar, donde lo desconocido al cruzarla pasa a ser conocido?
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan, 10:9)
Mostrándose a sí mismo ante las gentes, como una puerta abierta para todos aquellos que quisieran alcanzar la salvación eterna. Puerta abierta no para que le gente curiosa pueda intentar ver que hay más allá de ella; sino para que todo aquel que se atreva a cruzarla encuentre lo que anhela su alma.
Asegurando Jesús, ser, además de la puerta, el único camino que conduce al Padre: …. Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)
Puerta siempre abierta que al entrar vacíos y al salir transformados y llenos del Espíritu Santo, nadie podrá negar la “mano” de Jesús; al igual que sucedió con los primeros que se atrevieron a cruzarla, como señalan las Escrituras:
Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. (Hechos, 4:13)
Así que, de ti depende. Y si aún con curiosidad estás mirando la puerta, o no has llegado a “entrar del todo” atrévete y entra, porque:
Esta es puerta de Jehová; por ella entrarán los justos. (Salmos, 118:20)
¿Podrías pensar en ello?
Es maravilloso como Dios revela las cosas.Hace unos días tuve una
visión que mi esposo y yo entrabamos por una puerta:La puerta es
Cristo.SU meditación me corroboró lo que había visto en visión.
Dios le continue bendiciendo.