Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.(1ª Tesa. 2:13)
Es sorprendente que muchos de los que decimos creer en Dios, no lleguemos a creer totalmente en Su Palabra. Cuando La Palabra de Dios, es la que nos hace acercarnos a Él y creerle. (Rom. 10:17)
Además, si no fuera por Su Palabra ¿de qué manera conoceríamos Su voluntad? (Juan 5:24)
La verdad es que es difícil comprender, que se crea en Dios y que no se obedezca su Palabra, ya que a través de ella el Señor expresa lo que espera de nosotros, (de los que creen) una vez que hemos sido limpiados por ella, porque La Palabra, limpia:
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.(Juan, 15:3)
Y no sólo limpia, sino que al haberla podido plasmar en papel o en cualquier otro material, y tenerla al alcance de la mano, todos los que lo deseen la puedan conocer y, al conocerla si es que la creen, difícilmente van a ser confundidos o removidos de su forma de pensar (a no ser que se dejen) sino todo lo contrario, ya que serán instruidos (los que la crean) en la justicia y en el amor de Dios, a fin de estar preparados convenientemente para toda la buena obra de Dios.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2ª Tim. 3:16-17)
Además, la Palabra de Dios, según afirma el mismo Señor, tiene un trabajo por hacer (bueno para unos y no tan bueno para otros) y ese trabajo se hará, nos guste o no nos guste, porque escrito está.
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Isaías, 55:10-11)
¿PODEMOS PENSAR EN ELLO?