En el evangelio de san Mateo, cuando Jesús, fue (invitado) recibido en la casa de Marta, hermana de María, encontramos el relato de lo allí acontecido.
Así que veamos:
Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (Mateo, 10: 38-42)
Con lo expuesto, parece ser que el Señor da a entender, que el exceso de actividad, en ocasiones no es conveniente; sobre todo, cuando supuestamente, nos excedemos en agradarle.
Llegando, sin darnos cuenta, a ignorarle, en vez de aprovechar nuestro tiempo para atender lo que nos tiene que decir.
Porque a veces, a través de nuestras intensas y variadas actividades, en vez de servir al Señor, lo que hacemos es servirnos y agradarnos a nosotros mismos; llegando incluso a pasar por alto o no prestar atención, a La Palabra de Dios.
Por lo tanto, antes que nada, es necesario atender lo que nos tiene que decir el Señor; porque esa, según Jesús, es la mejor y la más buena parte. Después, todo lo demás.
¿Podemos pensar en ello?