Entonces Naamán dijo: Te ruego pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.
En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. (2ª Reyes. 5: 17-18)
Creo que todos los que habitualmente solemos leer la Biblia tenemos conocimiento de lo que le aconteció a Naamán, general del ejercito sirio. Como todos sabemos, este era leproso, y enterado por una criada de que en Israel había un poderoso profeta de Jehová, fue en su busca para ser sanado por él.
Y fue sanado, aunque su sanidad no se produjo de la manera que el valeroso general esperaba, sino que la lepra que padecía desapareció, de una manera muy simple al zambullirse siete veces en el río Jordán, conforme le había indicado el varón de Dios que ocurriría.
En agradecimiento, Naamán quiso ofrecerle al varón de Dios, algún presente, cosa que este no aceptó, permitiéndole al general llevarse de vuelta a su país, lo que le pidió, una carga de tierra. (2ª reyes, 5:1-19)
Meditando sobre este suceso, llegué a la conclusión de que muchos de nosotros nos comportamos como este general sirio: Solo buscamos al Señor para nuestro propio beneficio, y una vez conseguido lo que habíamos ido a buscar de Él, nos alejamos con el compromiso de que nunca íbamos a olvidar lo que ha hecho por nosotros, pidiéndole disculpas por anticipado por si acaso y movidos por las circunstancias, incumplíamos dicho compromiso.
La verdad es que no se puede servir a dos señores a la vez, y algunos lo intentan para no perder los privilegios o el nivel social conseguido. (Mateo, 6:24)
Parafraseando de manera muy particular esta historia, podríamos considerar que el general, pudiera ser una de las tantas personas enfermas y necesitadas del Señor, que viven sin esperanza. Que la criada israelita de la esposa del general, fuera una creyente sincera de las que testifican del poder de Jesucristo en cualquier situación en la que se encuentren. Que el varón de Dios, sea uno de los muchos hombres o mujeres, que están al servicio de Dios, viviendo una vida plena en Él. Y que a la tierra de Israel, se la pudiera considerar como la Iglesia de Jesucristo. (Sin que piense nadie que esto último tenga algo que ver con la doctrina de la sustitución.)
La cuestión es que, todos sabemos de personas que necesitadas del Señor Jesucristo, ya sea por enfermedad, problemas laborales, financieros, o simplemente familiares o domesticos, al mencionarles alguien (un creyente) que solo en el Señor Jesucristo podrían encontrar la solución a su problema, fuera este el que fuera; esperanzados han acudido en busca de alguien (un varón de Dios) lleno del Espíritu Santo y miembro activo de la iglesia de Jesucristo, para exponerle su necesidad.
Y que al ver resuelto su problema, a través de la Palabra de Dios; han reconocido el hasta ahora tan desconocido para ellos, poder de Dios, intentando de alguna manera en señal de agradecimiento, ofrendarle algo al Señor. Para después hacerse una fotografía con la persona o personas que oraron por él en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reconociendo ante ellos (de todo corazón) que Dios estaba en ese lugar, regresando a su anterior forma de vida, sin pensar ni por un momento en quedarse en el lugar (la iglesia) donde la presencia de Dios es real. Solo deseando llevarse un buen recuerdo de lo que les aconteció en ese lugar, (una carga de tierra) creyendo sinceramente que de esa manera se llevaban la presencia del Señor con ellos.
Cuando lo que desea el Señor, (así lo entiendo) es que todos aquellos que han experimentado el amor y el poder de Dios, permanezcan con él, y no solo que se lleven una foto para enmarcarla y colocarla en algún lugar distinguido, sin renunciar una vez limpios y sanos, a su anterior forma de vida, para no perder, (como antes mencioné) su estatus social.
Porque no se puede trasladar para nuestra propia conveniencia, como creía hacer Naamán, la gloriosa presencia de Dios; ni en forma de una carga de tierra, ni de una fotografía, ni de cualquier otro “souvenir” como suelen hacer algunos; si no, que somos nosotros los que nos debemos trasladar y ubicar, allá donde la presencia de Dios, sea real y notoria.
Porque en la presencia del Señor hay plenitud de Gozo. (Salmos, 16:11)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Realmente es así, muchos buscamos al Señor por lo que podemos sacar de él, y una vez conseguido nos olvidamos totalmente de él.
No creo que eso represente, más bien creo que lo que él quería hacer, era un altar a Jehová y ya no más a otros dioses como el mismo lo explica.
Cuando veo este texto y recuerdo cuán supersticiosa es la gente no me sorprende mucho la petición de Naaman. Sin embargo no veo ningún reproche por parte del profeta. Además percibo en la palabras del general una conversión genuina al judaísmo. Pues aunque debe regresar debido a su trabajo promete adorar solamente a Dios. Sin embargo le preocupa q entre sus obligaciones está la escolta de su rey idolatra quien se apoyaba en el (por la confianza que le tenia) para adorar al dios pagano xxxxx pero el profeta manifiesta lo que el corazón de Dios quiere. Diciéndole q este en paz /el conoce las obligaciones y el entorno del lugar donde pertenece/ no por ello dejará de ser un seguidor de el pues el trasciende por encima de cualquier cultura lo que el ama es la intención del corazón…
Como Naaman muchos otros extranjeros lejos de Israel y sin ser descendientes se Habrahan fueron parte del pueblo de Dios antes de la manifestación de nuestro señor Jesucristo
Así es, Yonathan.