En un reciente congreso misionero al que asistí, el presentador y moderador del evento, abrió dicho congreso lanzando al aire, entre otras, unas palabras que más bien fueron un interrogante para mí; estas fueron sus palabras: ¿Compramos lo que vendemos?
Fue en mi opinión, un reto que dejó caer, como el que no lo quiere, para que nos diéramos cuenta de lo importante que es vivir todo aquello que enseñamos. No sé cuántos de los asistentes pudieron ver en esta frase, un *toque de Dios. Lo que sí sé es que estas cuatro palabras al impactar en mí, me hicieron recordar una porción de las Escrituras en las que el apóstol Pablo dirigiéndose a los judíos les reconviene a que se apliquen ellos mismos lo que enseñan a los demás:
He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. (Romanos 2:17-24)
Porción de La Palabra que me llevó al meditar en ella, a parafrasearla, como a continuación lo hago, para adecuarla a lo que entendí contenía la dicha frase sobre si “compramos lo que vendemos”:
“He aquí, tú tienes el sobrenombre de cristiano, y te apoyas en la palabra, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la palabra apruebas lo mejor, y confías en que puedes guiar a los que no conocen a Dios a los pies de Jesucristo; que puedes ser luz para muchos e instruirles en la verdad; que tienes a través de la palabra la verdad y una forma vida adecuada a este tiempo. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que estás en contra de la idolatría, ¿tienes ídolos? Tú que presumes de la palabra, ¿la cumples? Así que, como la gente se fija más bien, en lo que hacéis y no en lo que decís, el Señor en muchos lugares, es cuestionado, por culpa de vosotros”.
Poco más se podría añadir, porque con razón Pablo, el apóstol de los gentiles, en la segunda de las epístolas que le dirige a su discípulo Timoteo, asegura que toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil, como todos sabemos, para enseñar, persuadir, corregir e instruir, entre otra cosas. (2 Tim. 3:16-17)
Y honestamente, si no prestamos la atención debida a las Escrituras, a pesar de que continuamente estas, (las Escrituras) nos estén hablando de todo aquello en lo que deberíamos ser enseñados, persuadidos, corregidos e instruidos, deberíamos prestar atención a cualquier “toque de Dios” viniera de donde viniera. (1 Cort. 14:21)
Porque en mi opinión, el Señor desea que los que Él envía, no solo digan o enseñen que hacer o como vivir en Cristo; sino que su testimonio hablara por ellos, al utilizar bien la Palabra de Dios. Tal como se lo recomendó san Pablo a su amado discípulo Timoteo:
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. (2 Tim. 2:15)
Para que no digan de nosotros…. ¡¡Dicen conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan!! Porque ser usados por Dios, no significa (indiscutiblemente) ser aprobados por Él.
Así que, de nosotros depende.
Que Gloria la sea siempre para nuestro Dios.
* Toque (coloquialmente hablando) significa, advertencia o llamada de atención.
Que hermosa reflexión Antonio, muy confrontante y muy cierta. Dios bendiga tu vida, hogar y ministerio. Un abrazo desde Chia, Colombia.
Cuando pases por Colombia, visítanos.
Bendiciones.
Carlos Barreto.