Leyendo en el libro de Hechos lo que les aconteció a Pablo y a Bernabé en la ciudad de Listra, durante su viaje misionero, me quedé ”enganchado” en las palabras que les dirigió Pablo, a un grupo de discípulos antes de su partida de esos lugares:
Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. (Hechos, 14: 21-22)
Así que meditando detenidamente en la frase resaltada en negrita, recordé que se está enseñando en algunos lugares, un evangelio algo diferente del que encontramos en las escrituras. Revelaciones nuevas de distintos apóstoles actuales así lo acreditan. Revelaciones tales como, que ha llegado el tiempo de tomar el gobierno y el control de las naciones los que somos discípulos de Jesucristo; y que se nos devuelva además, todo lo que nos han robado a los hijos de Dios, ya que todas las riquezas de la Tierra, pertenecen a nuestro Dios y Padre Celestial. (Salmos, 24:1)
Que debemos, (enseñan) pensar en positivo y visualizar todo aquello que deseemos para que se convierta en una realidad; que ya está bien de vivir bajo la maldición de la pobreza, (en esto estoy de acuerdo, pero no de la forma que se enseña para salir de ella) debiendo hacer un trato con Dios para conseguirlo; pactando con el Señor, mas o menos de esta manera: Te doy, con la condición que me des.
Sin embargo, al apóstol Pablo, que era un apóstol de los de antes, no le salían las cuentas como a los apóstoles actuales: Le apedrearon hasta darle por muerto y una vez recuperado, no se tomó ni un día de descanso, ni salió una queja de su boca, sino que siguió anunciando el evangelio y haciendo muchos discípulos, exhortándoles a permanecer en la fe, a pesar de las consecuencias que les iba a acarrear esa actitud; para botón de muestra: El apedreamiento que Pablo, el apóstol, acababa de recibir. (Hechos, 14:19)
Aunque, por lo visto el entrar al reino de Dios a través de muchas tribulaciones, según Pablo, apóstol de Jesucristo, parece ser que solo era necesario en la antigüedad para los apóstoles de entonces y primeros discípulos. (2ª Cort. 11:24-33)
Ahora solo tenemos que proclamar y reclamar que todo es nuestro y nos lo tendrán que dar, así de fácil; según los recientes y actuales apóstoles; aunque no nos dicen quienes, como y donde nos lo tienen que dar. De todas formas, y personalmente, si pudiera elegir, elegiría el sistema actual para entrar al Reino, que es mucho mejor, más seguro y sin ningún tipo de riesgo ni tribulación. Y como yo creo que muchos, al comparar las enseñanzas de los antiguos apóstoles de la Biblia, aunque no pasadas de moda, con la de los actuales. (Romanos, 15:4)
En verdad, no sé (bueno, sí que lo sé) si el apóstol Pablo estaba equivocado o no, en sus enseñanzas, pero lo que sí sé, es que fue escogido y llamado para ejercer su servicio por el mismo Señor Jesús en persona, y que el Señor nunca se equivoca al llamar a sus escogidos para que proclamen el evangelio del Reino. (1ª Cort. 9:1-2)
Lo que en mi opinión el apóstol de los gentiles, el nuestro, lo que intenta decir, no es que obligatoriamente todo nos tiene que ir mal para poder entrar en el reino de Dios, sino que los problemas o pruebas que no puedan sobrevenir, no van a poder impedirnos la entrada al reino. (Rom. 8:35-39)
Porque en el evangelio edulcorado (dulzón) que algunos exponen y predican, todo es de color de rosa, facilón y al alcance de cualquier mano, y si viene lo contrario, a lo que nos han asegurado que no nos iba a llegar, al haber (económicamente) pactado previamente para que esto no ocurriera, quedamos desconcertados y muchos de nosotros, engañados y dañados nos alejamos de Dios; y no solo nosotros sino todos aquellos amigos, familiares y demás gente, con los que compartimos gozosos lo que se nos había asegurado que nunca nos iba a ocurrir, se vuelven escépticos para con el Señor y su Palabra. (Marcos: 4:16-17)
Entendiendo por lo expuesto que la puerta de entrada al Reino, no es precisamente tribulación y menos aún nuevas revelaciones. (Marcos, 13:31)
La puerta, aunque un poco estrecha e incómoda para que algunos podamos pasar por ella es Jesucristo. (San Juan, 10:9)
Porque de lo que se trata es que:
Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. (Habacuc, 3:17-18)
De eso se trata. ¿Verdad? Pues adelante, y amén y más amén.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Muy bien Antonio, yo creo que el evangelio no es todo de color
de rosa, pero aunque pasemos por pruebas y tribulaciones, nuestra actitud es lo que va a decidir.
Un abrazo. Manuel.
Indudablemente Pablo habla de parte de Dios. De los apóstoles de hoy no opino, me basta recurrir, como los cristianos de Berea, a las Escrituras, para verificar sí lo que ellos dicen, es verdad. Allí obtengo respuestas muy claras. Pablo sigue hablando de parte de Dios. Me quedo con Pablo. A Dios sea la gloria amado.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.…