Durante una reciente reunión de oración en la iglesia a la que pertenezco, le preguntaba al Señor el porqué en este tipo de reuniones el índice de asistencia suele ser tan bajo. No hubo respuesta de momento, pero al rato me vino a la mente lo acontecido a Moisés en la cumbre de un cerro, mientras en el valle Israel se batía con Amalec.
Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.
Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. (Éxodo, 17:8-13)
No sé si esta fue la respuesta de Dios para mí, pero lo que sí sé, es que a partir de ese momento comencé a darme cuenta la necesidad de tener a “alguien con quien orar”. Alguien que tuviera mi misma visión. Alguien igual a Aarón y Hur que no dudaron en acompañar a Moisés a la cumbre del collado desde donde con toda nitidez, se divisaba la contienda con Amalec. Enfrentamiento que al paso del tiempo recordó Moisés a los israelitas, para que no olvidaran lo sucedido y se mantuvieran alerta.
Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios. (Deuteronomio, 25:17-18)
Así que voy a comentar lo mínimo de Amalec, del espíritu de Amalec, porque muchos conocemos como actúa y porqué lo hace; ya que según La Palabra intentó en el pasado y lo intenta en el presente, desbaratar los planes de Dios atacando a los más débiles, aprovechando el cansancio de los que debían estar alerta, como acabamos de leer. Debido a esto, se necesita una iglesia viva y orante (Mateo, 11:28) bajo la bandera de Jehová de los ejércitos.
Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová- nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación. (Éxodo, 17:15-16)
Lo que si voy a comentar, es sobre la oración, sobre la importancia de la oración comunitaria porque algunos consideran que con la oración individual y privada es más que suficiente para mantener una buena relación con Dios, pero el Señor va más allá, dejando muy claro la importancia de la petición u oración unida:
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. (Mateo, 18:19)
Orar en casa, es muy importante porque de allí viene la fuerza individual que ha de llevarse a la reunión de oración colectiva. Pero no hay nada comparado con las oraciones en la reunión de oración. Porque si la oración eficaz del justo puede mucho, como señala la Escritura, (Santiago. 5:16) ¿Que podría pasar en una reunión de justos orando por el mismo tema?
La oración colectiva es un ejercicio espiritual hecho unánimemente; todos están presentando a Dios una misma petición, todos dicen amén a un mismo tema que sube al Padre en el nombre del Señor Jesús.
Esta unanimidad caracterizó a los primeros creyentes según el libro de Hechos; las oraciones fueron muy definidas y Dios contestó aquellas oraciones y les dio poder a los creyentes que habían estado orando con fervor: Orando, esperaron al Espíritu Santo que les había sido prometido. (Hechos, cap. 1 y 2) Orando unánimes, pidieron coraje para predicar la Palabra y ser respaldados con señales y prodigios. (Hechos, 4) La Iglesia oró, para que Pedro fuera librado de la cárcel y así fue. (Hechos, 12) Además de otros tantos casos que no vamos señalar.
No se reunían, para decirle al Señor multitud de cosas, ni para exponerle al Señor principios doctrinales y menos para predicarles a través de largas oraciones al resto de concurrentes, sino para cosas concretas y necesarias. Era numerosa la asistencia a dichas reuniones, por lo que deberíamos entender que el actual genuino y comprometido creyente, debería estar en la reunión cada vez que le sea posible, porque la reunión de oración es el pulso espiritual de la iglesia. En ellas, en las reuniones de oración, se manifiesta la condición espiritual en que se encuentra la congregación.
Y en cuanto a nosotros, los que sabemos que no tenemos lucha contra carne ni sangre, (al igual que lo sabían nuestros antecesores) si no con el espíritu de Amalec; el que se levantó contra el trono de Dios, el que viene por los más débiles espirituales con el deseo de apartarles de Dios; el que intenta desestructurar familias, levantar rencillas entre hermanos, desacreditar a los servidores de Dios y de sembrar desánimo para que no se proclame el evangelio de Jesucristo, deberíamos para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones, (2 Cort. 2:11) tener la misma actitud que tuvieron nuestros antecesores en cuanto las reuniones de oración, porque en las reuniones de oración “se sube a la cumbre de un collado espiritual” donde se divisa la contienda también espiritual, que se está llevando a cabo en nuestro entorno y que de otra forma nos sería imposible entender; y al tener una clara visión de lo que ocurre a nuestro alrededor, podemos, unos a otros, sostenernos las manos, para que levantadas en oración, se mantengan firmes hasta conseguir la victoria en Cristo Jesús.
Así que: ¿A quién le sostienes las manos?
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, (2 Cort. 10:3-5)
Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. (Mateo, 21:22)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Buenos días hermano, me gustó mucho su artículo pues a pesar de que las respuestas más contundentes a mis oraciones y las experiencias más bonitas las he tenido a solas con Dios (en mi cuarto, en mi cocina, etc.) No dejo de comprender que es algo muy cierto el pensar: ¿Qué no haría el Señor ante el clamor de un grupo de justos? Máxime si lo que pedimos está en Su voluntad!! Verdad??
Como siempre le doy las gracias por tan atinada reflexión para mi vida deseándole paz y bendiciones para Ud. y su familia. Que tenga un buen día.
Hermano:
Esta meditación de «A quién le sostienes las manos»,está especial. Yo
soy una intercesora y me reúno en muchas ocasiones con otros hermanos
a orar. No hay nada como la oración colectiva. Dios se manifiesta con
poder y derrama Su gloria sobre los justos. Estoy llena de testimonios
acerca de las respuestas a las oraciones de mis hermanos por mí y de
mis oraciones por ellos.
Dios le continúe bendiciendo y prosperando.