De los hijos de Israel, así hombres como mujeres, todos lo que tuvieron corazón voluntario para traer para toda la obra, que Jehová había mandado por medio de Moisés que hiciesen, trajeron ofrenda voluntaria a Jehová. (Éxodo, 35:29)
Daniel y Tordis son un matrimonio noruego, muy querido por mí que durante mas de 25 años vivieron en Argentina; allí estuvieron sirviendo al Señor como misioneros. Ahora ya jubilados, se dedican a colaborar y apoyar la obra de Dios en los lugares donde residen; durante el verano en su tierra natal, Noruega, y durante el invierno en el Levante español, donde el clima es mucho mas benigno en esa época del año que en su país.
Conocimos a Daniel y a Tordis, cuando comenzando la obra que el Señor nos encomendó, un domingo vinieron a visitarnos. Nos congregábamos en el comedor de un apartamento alquilado por unos hermanos, en una ciudad turística bañada por el mar Mediterráneo. Al ver la estrechez del lugar, la semana siguiente nos comentaron que sería conveniente buscar otro lugar que fuera mas amplio y que reuniera un mínimo de condiciones para la actividad que estábamos desarrollando, entregándome a continuación un sobre que contenía una importante suma de dinero, para ayudarnos a sufragar los gastos que se ocasionaran. Fue la suya, una ofrenda voluntaria.
Así que empujados por la iniciativa de Daniel y Tordis, alquilamos un salón para reunirnos.
Para ello, tuvimos que comprometernos algunos de los miembros mas antiguos, a sufragar los gastos mes a mes (sin pasar ofrenda) del alquiler, la luz y el agua; y el resto que colaboraran en la medida de sus posibilidades.
Daniel y Tordis, nos visitaban de cuando en cuando, y Daniel siempre me decía (sonriendo) que era la iglesia que mas le gustaba visitar, porque nunca se pasaba la ofrenda.
De esto ya han pasado varios años, ahora ya no estamos en esa ciudad turística, dejamos la obra allí y regresamos a la ciudad que me vio nacer y de nuevo comenzamos a reunirnos, primero en la cocina de nuestra casa, y al aumentar el número de asistentes, en el salón; para irnos al crecer en número a un pequeño almacén y de allí a un almacén mas grande, estando ahora preparados para dar un salto mayor, al adquirir una nave comercial para congregarnos. Y sin pasar ofrenda alguna.
Desde que comencé a caminar con el Señor, me sentí molesto al tener que depositar unas monedas o algún billete en un cesto que pasaban ante mí en cada reunión a la que asistía, era como si nos pidiera una limosna para Dios. Incluso había una tarde a la semana, llamada en inglés, open house (casa abierta) en la que se podía degustar un café (descafeinado) o un té, con pastelitos, todo ello gratis, en el salón de la iglesia; pero que se colocaba una cestita muy mona con unas monedas en ella, en un lugar estratégico, (al lado de las galletas) invitando a los asistentes a colaborar con una ofrenda.
Se que pasar la ofrenda es algo normal en todas la celebraciones o cultos cristianos o evangélicos, al menos en los que he estado presente, es la forma habitual de recoger fondos para sufragar los eventos mencionados y los gastos que se puedan generar o se generen en las congregaciones.
Solo conozco una congregación además de la nuestra, en la que tampoco se suele pasar ofrenda, salvo en contadas ocasiones, y por motivos puntuales, en ella sus pastores, Fernando y Canín, han aleccionado a los miembros, a que sean responsables en cuanto apartar, una cantidad determinada de dinero para la obra de Dios, cada vez que reciban su salario, aunque no todos se aplican a ello, según me han informado.
Lo curioso es que se repite hasta la saciedad, que: ….si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2º Cor.5:17) si esto es así, ¿Porque tienen que estar recordándonos continuamente, nuestra obligación de ofrendar? ¿es que el amor al dinero aún nos tiene atados? Tal vez, sea porque aún no hemos llegado a comprender, aunque creamos todo lo contrario, que no se ofrenda a los hombres sino a Dios, debido al mal uso que en ocasiones suele darse de las ofrendas. Además, si realmente somos conscientes de que el Señor todo lo ve, ¿va a dejar de ver, cuando nos retraemos de ofrendar? (Marcos, 12:41-44) Por lo tanto los unos, (los que hacen mal uso de la ofrendas) como los otros (los que no ofrendan) darán cuenta a Dios de sus actos.
Pienso que todo aquel que ha conocido al Señor, debe ser lo suficientemente consciente y maduro para reconocer que todo lo que el Señor nos ha dado, ya sea espiritual, natural o si se quiere también material, es para que lo compartamos con los demás, porque de otra manera, nada hubiéramos recibido de Dios. (2ª Cor. 9:1-15)
Convencido de esta realidad, he tratado de enseñar a todos aquellos que el Señor a tenido a bien, de que sean instruidos en sus caminos por mí, del deber de apartar regularmente de sus salarios o entradas, y según hayan sido bendecidos, una cantidad para la obra de Dios, es decir una ofrenda; sin necesidad de que tenga que recordarse en cada reunión la obligación de hacerlo. El Señor que nos salvó y nos rescató, así lo estableció, y creo que con haberlo dado a conocer a través de su Palabra y por boca del apóstol Pablo, debería ser suficiente. (1ª Cor. 16:1-4)
Tal vez, y con motivos suficientes, pensarán algunos de que de esta manera, muchos “cristianos” nunca darán una ofrenda voluntaria y vivirán a costa de los demás, aprovechándose de los que con corazón sincero y temor de Dios, colaboran en su obra.
Comprendiendo y dándoles la razón a los que así piensan, les diría, que no se puede forzar a nadie a dar, lo que no se está dispuesto a dar, así que dejemos este asunto en manos del Señor.
No se trata, hermanos, de obligar a nadie si es que en verdad no puede, a colaborar económicamente, se trata de saber que si puedes y no lo haces, no estás mintiendo o engañando a los hombres sino a Dios. (Hechos, 5:14)
Sino que recordando, que el nuevo nacimiento del que tanto alardeamos algunos, implica una nueva concepción de todas las cosas, (de la económica también) habiéndonos liberado de todo lo que nos ha mantenido atados y bien atados, porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (1ª Tim. 6:7)
Satisfechos además de poder colaborar libre y voluntariamente con un corazón generoso, con parte del fruto de nuestro trabajo, a través de nuestras aportaciones. (Éxodo, 25:1-2)
Y sin ningún tipo de coacciones ni amenazas por estar robándole a Dios, (esto es lo que se dice) al no hacerlo, sabiendo que nuestras ofrendas son necesarias, no para que nuestros líderes, disfruten como nuevos ricos de ellas, sino para que la obra de Dios se expanda y crezca, además de suplir muchas de la necesidades de nuestros hermanos en Cristo.
De tal manera que podamos decir algún día lo mismo que dijo Moisés:
Entonces Moisés mandó pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga mas para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer mas; pues tenían material abundante para hacer toda la obra y sobraba. (Éxodo 36:6-7)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Bendición hermano es un buen pensamiento; en verdad como creyentes sabemos cual es nuestra obligacion para con DIOS y no le podemos engañar ni robar sin que no se reciba castigo por ello, tarde o temprano le rendiremos cuenta al Creador.
Una de las cosas que más me sorprendió al llegar a la congregación de La Vila fué precisamente esa..pero realmente es un compromiso con Dios y No para quedar bien delante de los hombres. pero no viene mal recordarlo porque muchas veces somos de «bolsillo agarrao» je..je..
Así es, querido Pastor!!!! creo que no se debe obligar, pero cada uno sabemos de nuestras posibilidades, y que se hace con esa ofrenda para la obra de nuestro Señor. Muchas Bendiciones y a continuar con mucha Fe.