No sé si todos los que nos consideramos hijos de Dios somos conscientes de la importancia de no dar por sentado que nuestros hijos, también lo son, por el simple hecho de ser nuestros hijos.
Es un deber por nuestra parte orientarles desde su niñez el camino a seguir, para que puedan tener un encuentro personal con el Señor, y dejen de comportarse como nietos de Dios, llegando a convertirse al conocerle de una manera personal, en verdaderos hijos de Dios.(Deut. 4:9; 6:6-9)
Porque la salvación no se hereda, se obtiene, ya que cada uno es responsable de sus propias faltas y pecados, (Deut. 24:16) siendo esta (la salvación) individual para todo aquel que crea en Jesucristo. (Juan, 3:16)
Así que vamos a ver la diferencia entre un hijo y un nieto de Dios, aunque Dios no tiene nietos, sino hijos solamente. (1ª Juan, 3:1-2)
Hijo de Dios es toda aquella persona que recibe a Jesucristo en su corazón y lo acepta de manera voluntaria como su Salvador y Señor, para sujetarse a Él y hacer Su voluntad, dando testimonio con su comportamiento del cambio realizado en su vida. (Juan, 1:12-13)
Nietos de Dios, aunque la Biblia no los mencione, son todos aquellos que amparándose en la fe de sus padres, creen que solo por eso, pueden hacer y vivir como les place, sin tener en cuenta al Dios de sus padres, convencidos, aunque no lo manifiesten, de que la cobertura espiritual que el Señor les dispensa a sus padres, les alcanza a ellos.
Y para una comprensión más amplia de la diferencia entre un hijo y un nieto de Dios, encontramos en las Sagradas Escrituras hijos de personajes relevantes que nos pueden ayudar a conseguirlo.
Veamos en primer lugar lo que les aconteció a los hijos de Aarón, Nadab y Abiú:
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. (Levítico, 10:1-2)
No se comportaron como hijos obedientes, sino que como esperaban algún día ser investidos sumos sacerdotes, (Éxodo, 28:1) parece ser que daban por sentado, que podían hacer lo que creían conveniente, ayudados quizá, (es mi opinión) con algo que bebieron. (Levítico, 10:8-11)
Al igual que los hijos de Elí, sumo sacerdote, que sabía que sus hijos, Ofni y Fineses, pecaban delante del pueblo de Israel, al apropiarse de las ofrendas ofrecidas al Señor y manteniendo relaciones sexuales con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión, sin impedirlo su padre Elí al ser conocedor del hecho.
Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.
Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y como dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. (1ª Samuel, 2:12; 22)
No sé si es que Elí, en este caso, pensaba que sus hijos al ser también sacerdotes no tenían ninguna necesidad de “tener un conocimiento pleno de la voluntad del Señor”, sino que por el simple hecho de haber nacido en su casa, era suficiente. En este caso tan responsable era el padre como los hijos, tal vez aún mas el padre, por haberles considerado “nietos de Dios”.
Samuel uno de los jueces y profetas más grandes que hubo en Israel, tuvo también unos hijos que no heredaron ni su fidelidad ni el temor a Jehová. (1ª Samuel, 2:26; 3:20)
Estos una vez que su padre había envejecido y haberles nombrado jueces de Israel, se dejaban sobornar pervirtiendo el derecho.
Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel.
Pero no anduvieron los hijos por los caminos del padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtieron el derecho. (1ª Samuel, 8:1, 3)
Tengo la impresión de que no dedicó Samuel el tiempo necesario para que sus hijos pudieran conocer al Señor como él le conoció, debido a sus múltiples ocupaciones, como sacerdote, profeta y juez.
Y tal vez, estos ejemplos nos hagan considerar, si es que dedicamos el tiempo necesario, para que nuestros hijos lleguen a conocer al Señor como le conocemos nosotros, y no fallemos, (es lo que pienso) como Aarón, Elí y Samuel, fallaron; porque lo mas triste para un padre es que sus hijos se pierdan, mientras intentamos dar a conocer la salvación que ofrece Jesucristo, a otras gentes, al dar por sentado que ellos ya la tienen, al estar en nuestra propia casa, como si Dios al ser nuestro Padre, fuese su abuelo.
Al igual que se necesita la colaboración total de nuestra esposa para tan importante labor, que curiosamente, salvo la esposa de Aarón, Elisabeth, (Éxodo, 6:23) no se mencionan los nombres de las esposas de Elí y Samuel, en la Biblia.
Porque la dirección amorosa e insistente, además del ejemplo de una madre creyente (hija de Dios) es vital para que nuestros hijos, lleguen a conocer personalmente al Autor de la Salvación y se mantengan en el camino correcto de la fe. Y es posible que al faltarles esa guía y esa convicción de madre creyente, tuvieron los hijos de los personajes mencionados, el final trágico que tuvieron.
Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. (Prov. 1: 8-9)
Instrucción y dirección que parece ser carecieron, posiblemente porque sus padres estaban muy ocupados ministrando, gobernando o tomando decisiones muy importes, olvidando o delegando tal vez, en manos de otros, el asunto más importante, que es dar a conocer la ley de Dios a nuestros propios hijos.
Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. (Prov. 2: 1-7)
Consejos estos que si con mucha sabiduría y amor, logramos, que nuestros hijos los asuman, dejarán de ser (si es que los son) nietos de Dios, para convertirse en verdaderos hijos de Dios.
Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. (Éxodo, 3:6)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
ES MUY IMPORTANTE ESTORBAR A NUESTROS HIJOS EN SUS MALOS COMPORTAMIENTOS, Y MAS AUN DARLES UN BUEN EJEMPLOS COMO PADRES DE ELLOS E HIJOS DE DIOS. COMO PAREJA ESTAR DE ACUERDO LOS DOS EN LA CORRECCION Y DISCIPLINA DE LOS HIJOS PARA QUE ELLOS CONOZCAN A DIOS NUESTRO PADRE.
GRACIAS POR LOS PENSAMIENTOS. ADELANTE Y BENDICIONES
Muy interesante y enriquecedor yo estoy muy triste pq a mi hijo le enseñe de Dios desde chico y hoy no quiere saber nada.