Esparcidos.

… Los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. (Hechos, 8:4)

Desde hace unos años están llegando a Europa muchas personas buscando un futuro mejor para ellos y para sus hijos. Salieron algunos de ellos de su país, sin conocer el idioma ni la cultura del lugar donde pensaban establecerse, pero cargando junto con otras pertenencias, su bagaje cultural y religioso.

Otros, se establecen en los países de los que sus padres o abuelos tuvieron que salir (emigrar) por la mismas circunstancias, en las que ahora, se encuentran ellos. Entre esos países se encuentra España.

Recientemente, tuve la oportunidad de hablar con unos hermanos en Cristo a los que conocí en su país de origen pastoreando una iglesia; país que en la actualidad la economía y la libertad religiosa, entre otras cosas, deja mucho que desear, se han establecido en España.

Pues bien, estos hermanos, no han olvidado sus raíces cristianas, y a la par de su trabajo para ganarse el sustento, anuncian el evangelio del Reino, deseando ganar España para Cristo.

Debido a esto, me vino a la mente, la persecución contra la iglesia que hubo en Jerusalén después de la muerte de Esteban en manos de una turba religiosa:

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. (Hechos, 7:55-60)

Persecución que derivó en que, los que habían creído en el evangelio, se esparcieron (salvo los apóstoles) por todas partes anunciando el evangelio:   Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. (Hechos, 8:1)

Lo que parecía que iba ser el fin de la iglesia de Jesucristo, se convirtió en todo lo contrario, se expandió el evangelio y por lo tanto la Iglesia; porque donde llegaban “los esparcidos” se predicaba el evangelio y la gente escuchaba atentamente, y al ver las señales que acompañaban la Palabra, creyendo en el Señor, se bautizaban hombres y mujeres. (Hechos, 8: 5-12)

Por lo que, al conocer el trabajo en Cristo, que están realizando algunas de estas personas en España, “como españoles entre los españoles, para ganarlos para Cristo” (1 Cor. 9:20)   siento agradecimiento por estos “esparcidos” que han dejado (algunos de ellos) familia, casa, amigos, costumbres y otras cosas, pero que (eso sí) han traído con ellos a Jesucristo el Señor, para darlo a conocer en la tierra que los ha acogido.

Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!  (Romanos 10:15) 

Que la Gloria sea siempre para nuestro  Dios.

 

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