Menciona el profeta Ezequiel, en el libro que lleva su nombre, la visión que le muestra el Señor sobre las aguas que saldrán del futuro Templo de Jerusalén. Manantial que llega a convertirse en un caudaloso río que solo puede ser atravesado a nado, debido precisamente a tan inmenso e impresionante caudal de agua que arrastra.
Aguas que siguiendo su curso natural llegan a desembocar en el mar, y entradas estas en el mar, las mismas aguas de ese mar que le acoge, recibirán sanidad; añadiendo además las Escrituras, que toda alma que nadare en sus aguas, recibirá sanidad y vivirá. [versi]26 47:1-12[/versi]
Reflexionando, sobre este impresionante río de Dios, al que también podríamos llamarle “el río de la vida”, observé que menciona, que, los que se atrevan a entrar en ellas (los que naden) vivirán. Aunque para atreverse, hay que tener plena confianza en Dios y en su Palabra.
Ya que, una de las cosas que mas nos gustaría, y que mas nos cuesta es: depender totalmente Dios.
Y aunque muchos de nosotros creamos que estamos dependiendo totalmente del Señor, quizá no sea exactamente así.
Tal vez, podríamos ilustrar la dependencia de Dios como la persona que desea introducirse o sumergirse en el mar, y nadar libremente hacia las profundidades sin ningún tipo de temor, para recibir lo que el Señor tiene guardado para ella.
Así que, vamos a considerar lo siguiente:
Hay quien entra en el agua solamente hasta los tobillos. Está a la vez en el agua y en la tierra, y aunque toque el agua, está totalmente apoyado en la tierra.
Otros, entran un poco mas adentro, hasta las rodillas, caminan con un poco de dificultad por el agua, pero siguen apoyándose en la tierra.
A algunos, el agua les llega hasta la cintura, caminan dentro de ella con mucha mas dificultad que los anteriores, pero no dejan de apoyarse con firmeza en la tierra.
A otros, les llega el agua hasta el cuello, pero aunque el agua pueda cubrirles en ocasiones, se sienten seguros de ellos mismos, al tocar aunque sea con la punta de los dedos de los pies, de cuando en cuando, la arena del mar.
Muchos otros, valientes ellos, se atreven a perder pie. Y sin alejarse mucho de la orilla, siempre tienen a su alcance, algún objeto, que les ayude en caso de necesidad, a mantenerse a flote.
Pero, gracias a Dios, (aunque no abunden mucho) hay algunos, que no temen perder la seguridad de tocar tierra, ni volver la vista, hacia la lejana orilla que va quedando atrás. Porque están preparados y dispuestos, a sumergirse, sin ningún tipo de duda o temor, en las profundidades de la mar.
Podríamos decir que estos son los que dependen totalmente del Señor, espiritualmente hablando, los que sin nada mas que su fe en el Señor, arrastrados por el río de Dios, y por la corriente del Espíritu, son llevados hacía donde la pesca es mas abundante. Lugar donde la salvación del Señor, acompañada de sanidades, maravillas y milagros, opera con poder, tocando vidas y derribando todo argumento, que se levanta contra el conocimiento, autoridad y soberanía de nuestro Dios.
Ahora responde, con honestidad ¿Con que grupo te identificas?
Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón. [versi]19 31:24[/versi]
La Gloria sea siempre para nuestro Dios.
No se puede.