Era Absalón, el tercero de los hijos que le nacieron al rey David en Hebrón. (2ª Samuel, 3:2-4)
Amado por su padre, a pesar de haber dado muerte, a su hermano Amnón (primogénito de David), vengando así la ofensa hecha a su hermana Tamar. (2ª Samuel, 13: 1-39)
El aspecto físico y la varonil belleza de Absalón, era alabada en todo Israel. (2ª Samuel, 14:25-26)
Su jovialidad y aspecto su físico, le valieron para ganarse el corazón y la voluntad de muchos de los israelitas. (2ª Samuel, 15:1-13)
Debido a esto, se levantó contra su padre, el rey David, intentando arrebatarle el reino; al varón que Dios escogió y ungió (nada menos) para que gobernase el pueblo de Israel. Causando mucho daño y dolor a su familia y a su pueblo; llegando en este intento de sedición, a perder la vida. (2ª Samuel, 15:14-30; 18:1-17)
Absalón es el prototipo de la persona ambiciosa, dispuesta a todo, para conseguir sus fines, sin tener en cuenta la honestidad y moralidad de los mismos. Sobre todas las cosas quiere ocupar el primer lugar, sin importarle los medios y el daño que pueda causar a todos aquellos que han confiado en él, le aceptan y le quieren. La seducción suele ser una de sus armas mas eficaces.
Al igual que el espíritu de Caín, (ya hablaremos de él en otra ocasión) el espíritu de Absalón se encuentra agazapado en la iglesia, esperando su oportunidad para operar.
Es el responsable de causar divisiones y enfrentamientos con el pastor.
Suele manifestarse cuando la congregación está consolidada, actuando con astucia. Mostrando un amor, que no siente para ganarse la confianza, del mayor número de personas.
Se muestra comprensivo con los problemas de los demás, lamentando no ser el pastor, para poderlos solucionar.
No le importa esperar hasta conseguir el apoyo necesario, con el fin de llevar a término su plan. Y una vez conseguido ese apoyo, no dudará en desacreditar, cuestionar y apartar de sus funciones, si le es posible, al pastor, usurpando su lugar.
Dando lugar, una vez conseguido esto, a la dolorosa división.
Pero, como bien dice el apóstol Pablo, sabiendo como actúa ese espíritu destructor, y no ignorando sus maquinaciones es muy sencillo desenmascararle y actuar en consecuencia:
Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio. (Tito, 3:10-11)
Porque, una de las cosas que mas desea o espera el Señor de nosotros, es la obediencia.
Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. (Rom. 16:17-18)
Desea nuestro Dios, que todos vengamos al conocimiento de la verdad, por ese motivo, ha dispuesto en su iglesia un orden, colocándonos a cada uno, como Él ha querido, para que su obra en nosotros sea cumplida.
Los pastores han sido establecidos por Dios, para instruir, guiar y enseñar, siendo el mayor deseo de la inmensa mayoría de ellos, por no decir todos, que aquellos a los que instruyen en los caminos de Dios, les llegue a su debido tiempo, “el llamado” para ponerse al servicio de nuestro Dios; y que a su vez, ellos mismos, cuando el Señor lo disponga, y en el lugar y espacio que les designe, instruyan, guíen y enseñen a otros los caminos y la voluntad del Señor, capacitándoles, para que a su debido tiempo, y siguiendo el orden de Dios, continúen con la gran comisión.
Este es el plan y el orden de Dios.
Ya que no se trata de imponer, sino de establecer. De estar al lado de los que el Señor bendice, para ser bendecidos por Él.
Recordando siempre, que ni la rebeldía, ni la soberbia, ni cosas semejantes, bajo ningún concepto, serán bendecidas por el Señor.
Porque está escrito:
….. Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. (Santiago, 4:6)
Amén y amén.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
La división que ocurre en la iglesia, es responsabilidad de Satanás, y es la neglijencia del pastor que permite que espíritus inmundos se introduzcan en la misma, ya que el Señor nos ha dado armas para vencer al enemigo, la Palabra dice: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituáles de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Pastor Sellés, permitáme decirle que nosotros somos responsable de todo lo que ocurre en nuestra casa.
Bendiciones Pastor
Tienes razón en parte, Eduardo, y creo que por eso es que se ha publicado ese estudio para que los pastores responsables estén alertas, que el Señor te siga dando sabiduría.
Sus estudios son de mucha Bendicion Para mi Vida. Dios le siga revelando Su Palabra. Y Bendiciones Para Ud. Y Su familia.
Tal cual Antonio Sellés. Agazapados y esperando el momento y arrastrando a los ingenuos. Creo que casi todos los pastores tenemos experiencias que contar sobre este tema.
Tristemente este demonio causa mucho dolor.