No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; Si no haceros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mateo, 6:19-21)
Afirma la Palabra de Dios, que donde esté nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón.
Pero, ¿qué es un tesoro?
Generalmente cuando se habla de tesoros, viene a nuestra mente la imagen de un cofre o baúl lleno de alhajas y monedas de oro, escondido en el interior de una húmeda cueva o enterrado en la arena de una isla desierta.
El diccionario enciclopédico Plaza & Janés, viene a decirnos mas o menos lo mismo, un tesoro viene a ser: Cantidad de dinero, alhajas, valores u objetos preciosos, reunidos y guardados en sitio seguro.
Así que, un tesoro es todo aquello que considerándolo muy valioso, lo guardamos para poder utilizarlo en caso de necesidad. Convencidos totalmente, que si logramos reunir una buena y abundante cantidad de dinero o bienes, obtendremos la seguridad que dan las riquezas. (Prov. 10:15)
Se cree además, que a la vez que se obtiene dinero, se consigue reconocimiento, honra y elevada posición social. (Prov. 28:11) Buenas casas, buenos autos, buena ropa, buena comida y todo aquello que se pueda adquirir con dinero, son las cosas que aspiran conseguir la mayoría de las personas. (Prov. 19:4)
Este el motivo de que tanta gente, ocupe el mayor tiempo de su vida en acumular riqueza. “Obtener para tener” es el lema a seguir. (Salmo, 39:6; Prov. 4:8)
Se vive para acumular bienes materiales, (tesoros) y la verdad es que se pueden conseguir si es que se dedica para ello el tiempo y la astucia necesaria, sin importar que los medios, sean lícitos o ilícitos, (Jer. 17: 11; Santiago, 5:1-4) porque lo que importa es el resultado. Y a pesar de que no somos dueños de nuestro futuro, ponemos todo nuestro empeño en conseguir la tan anhelada riqueza. (San Lucas, 12:16-21)
A consecuencia de a esto, una de las cosas en las que más insiste el Señor en su palabra, es que cambiemos de forma de pensar. (Prov. 23:4; Mateo, 6:33) Debido a que hay un componente en nuestro ser, que nos lleva a buscar equivocadamente, la seguridad que supuestamente nos puede dar el dinero, (Salmo, 52:6-7) pero lo cierto es que si nuestro tesoro está en la tierra, viviremos pendientes de él, (Lucas, 18:18-24) y en vez de poseerlo a él, él nos poseerá a nosotros (San Lucas, 6:24) es mas, “al rico, la abundancia no le deja dormir” (Eclesiastés, 5:12)
En cambio si nuestro tesoro está en el cielo, al ser este espiritual, la paz y la seguridad que generará, harán que vivamos confiados. (Salmo, 4:8)
Por eso, el Señor recomienda a los que le han creído, que no se afanen en cosas materiales, ni dediquen todo su tiempo a cosas perecederas. (San Lucas, 12:29-31)
Y no es que sea malo el poseer bienes materiales, ya que el mismo Señor desea prosperar y bendecir, porque… ¿qué padre no desea ver a sus hijos prosperados y bendecidos con todo tipo de bienes? (Salmo 1:1-3; Prov. 22:4)
Lo que sucede es que nuestro Padre celestial desea prevenirnos, recordándonos que, “lo que sembremos, recogeremos”. (Prov. 11:28; San Mateo, 19: 23-24.)
Y aunque el dinero sea importante, es mucho mas importante amar y obedecer al Señor de Gloria. (Salmo, 19:7-10, 119:72, 127; Prov. 8:10, 19)
Incluso puede llegar a ser “nuestro tesoro” el temor reverente a Dios. Es mas, me atrevería a decir que quizá sea esta la manera mas efectiva e idónea de hacernos un tesoro en el cielo. (Isaías 33:6)
Al guardar la palabra de Dios, al hacer Su voluntad y esperar en Él, estamos incrementando y acumulando riquezas para ese tesoro que podemos llegar a tener en el cielo, (Prov. 8:17-21) si es que tenemos en cuenta la recomendación que nos hace el Señor Jesús, en el verso que encabeza este artículo. -No os hagáis tesoros en la tierra-
Confiando totalmente de que en caso de necesidad podremos echar mano de esos bienes; y la verdad es que se suele recurrir en muchas ocasiones a ese tesoro depositado en el cielo, igual que recurrieron a “su tesoro” Pedro y Juan, cuando subiendo al templo a orar, alguien les pidió una limosna; ellos ni plata ni oro tenían, tampoco les hizo falta, debido a que tenían todo lo que en ese momento necesitaban, para sanar a un hombre cojo de nacimiento, el poderoso nombre de Jesús. (Hechos, 3:1-10)
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a si mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Fil. 2:5-11)
Jesús, el verdadero tesoro.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
GRACIAS PASTOR POR RECORDARNOS A MIRAR LAS COSAS QUE NO SE VEN Y QUE SON ETERNAS PORQUE LOS QUE QUIEREN ENRIQUECERCE CAEN EN TENTACION Y EN LAZO DE DIABLO,QUE EL SEÑOR NOS AYUDE EN ESTE AÑO A ACUMULAR TESOROS EN EL CIELO.QUE DIOS LO SIGA BENDICIENDO PASTOR Y GRACIAS POR SU MINISTERIO QUE ES DE BENDICION PARA MI Y A OTROS HNOS.
Estimado Pastor Antonio Sellés, he descubierto esta web, gracias a Don José Luis Mira. Éste es el primer artículo que he leído. Me ha parecido muy interesante y aleccionador, pues los seres humanos tenemos la tendencia a acumular cosas materiales, relegando a un segundo lugar las espirituales, que son más importantes, pues nos pueden conducir a la vida eterna por medio de la fe en Jesús.
Muchas gracias por esta página web que pienso visitar más a menudo hasta leer todos los valiosos tesoros que contiene.
Un abrazo
Carlos Aracil Orts