Quien no ha oído en alguno de los servicios a los que haya asistido, que Dios ama al dador alegre (2ª Cor.9: 7) ¿A que si la hemos oído? Y seguramente más de una vez.
La verdad es que Dios ama al dador alegre, y no solamente a las personas que contribuyen económicamente al sostenimiento de su obra. Sino a todos aquellos que pidiendo ser bendecidos por Dios, alcanzan su bendición y agradecidos se la ofrecen a Él.
Como ejemplo tenemos a Abraham que no tenía descendencia y clamó por ella a Dios, , (Gen. 15: 1-6) y al tiempo, una vez nacido su deseado hijo, al que amaba con todo su corazón, tuvo que, al pedido de Dios, ofrecérselo en sacrificio a Él. (Gen. 22: 1-14)
Resultando que la bendición de Abraham, (su hijo) al ofrecérsela a Dios, se tornó en una bendición universal. (Gén. 22:15-18)
Al igual que le aconteció a Ana, esta mujer como todos sabemos, no tenía hijos, (1ª Samuel, 1:1-8) y los deseaba con toda la fuerza de su corazón, de tal manera que hasta el sumo sacerdote al ver su comportamiento en el templo, pensaba que estaba ebria, cuando con amargura del alma, llorando suplicaba al Señor, que le diera un hijo. Así que el Señor compadecido por la firmeza y la convicción de esta mujer, y por el deseo tan grande de ser bendecida con un hijo, le concedió su petición, a lo que Ana una vez nacido su hijo, agradecida a Dios, no rehusó cumplir con su promesa, y una vez destetado, lo dedicó a su servicio. Tal como se lo había prometido. (1 Samuel, 1: 9-28)
Al ofrecerle Ana a Dios, la bendición que de Él había salido y por la que tanto había clamado y suplicado, multiplicó el Señor su bendición, dándoles a Ana y a su marido Elcana, tres hijos y dos hijas más, además del que le habían dedicado. (1ª Samuel, 2: 20-21)
Estos dos ejemplos, deberían darnos que pensar y aplicárnoslos a nuestra vida. Porque a nuestro Dios le encanta bendecir. Y (sólo) la bendición de Jehová es la que enriquece. (Prov. 10: 22)
Y como a mí si que me han dado que pensar estos dos ejemplos, voy a seguir meditando en ellos. Porque lo que yo deseo es que la Palabra de Dios, me ayude a conseguir todas y cada una de las promesas que el Señor tiene para todos y cada uno de sus hijos. Y que muchas veces al no prestar la debida atención a las enseñanzas que se encuentran en ella, nos perdemos todo aquello que tanto anhelamos, teniéndolo al alcance de nuestra mano.
Así que esta es mi conclusión de lo que hemos leído tocante a Abraham y Ana: Todos, (yo el primero) le hacemos peticiones al Señor para que nos bendiga, deseando obtener respuesta a nuestras oraciones, ya sean estas sobre cosas naturales o espirituales: espos@, hijos, casa, trabajo, etc. o un ministerio, un don, la unción, sabiduría, dirección, etc.
Y que en el caso de concedernos el Señor nuestras peticiones, agradecidos, creo que deberíamos, como en un Pentecostés personal, ofrecerle a Dios, la primicia de la bendición que de Él hemos recibido, sin esperar nada a cambio.
Porque por la misma ley espiritual, que actuó a través de la acción realizada por Abraham y Ana,(ofrecerle a Dios lo que Él nos da) debe regresar a nosotros dicha bendición, reforzada y aumentada. Y no se trata en ninguna manera, de un intercambio ni de un pacto interesado; si es que el ofrecimiento se hace de corazón. Porque el Señor pesa los corazones. (Prov. 21:2)
Sé que algunos pensarán, (y sigo meditando) -pero si yo le he pedido a Dios una casa, y me lo ha concedido- ¿cómo se la voy a ofrecer a Él, cuando ha sido Él quien me la ha concedido, sabiendo que la necesito?
Y aunque no lo tengo muy claro, creo que solo los de limpio corazón pueden llegar a ofrecerle a Dios, lo que de Él reciben; pero lo que sí comienzo a tener mucho más claro es que a los que se atreven, les da resultado, porque tanto a Abraham, (Padre de multitudes) como a Ana (Gracia) y otros muchos personajes de la Biblia les resultó, así que por la cuenta que me tiene, aunque aún no lo tenga claro del todo, ya no voy a meditar mas en ello, sino que a partir de ahora, voy a ponerlo en practica;simplemente porque creo en la Palabra de Dios, y porque a Dios no hay que comprenderle, sino obedecerle, para ser bendecidos por Él.
Y tu, que estás deseando ser bendecido. ¿Te atreves también?
¿Qué pagaré a Jehová,
Por todos sus beneficios para conmigo? (Salmos, 116:12)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Si que se nos olvida que la única bendición que enriquece es la del Señor. Y no debería ser así, porque la Biblia menciona que seamos agradecidos.
Porque de su mano recibimos, de ahi entregamos…x q es mas bendición dar q recibir pero para hacer esto necesariamente siempre primero habrás de recibir. Bendiciones.h