Sembrando La Palabra

 

 

En los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, encontramos la parábola del sembrador. Parábola por todas conocida, en la que el Señor Jesucristo expone algunas de las verdades del Reino.

Nuestro Señor Jesús, inicia su relato con la siguiente frase:

EL SEMBRADOR SALIO A SEMBRAR.

Sembrar, como sabemos, es esparcir las semillas en la tierra preparada para tal fin.

Así qué, lo estrictamente necesario para poder sembrar es: tener semillas, que la tierra esté preparada, y que sea el tiempo para la siembra.

Sin semillas no podemos sembrar; si la tierra no está preparada, no debemos sembrar, y si no es el tiempo, no es conveniente sembrar.

En [(Hechos 16:6-10), encontramos el relato de lo que le aconteció a Pablo, en cuanto a la siembra. Pablo había sido comisionado por el Señor, para que fuera un sembrador de su Palabra, poseía la buena semilla; solamente necesitaba buena tierra y que fuera el tiempo de la siembra.

Deseaba el apóstol, sembrar la Palabra en cada lugar donde llegaba, sin fijarse si la tierra estaba convenientemente preparada, o si era el tiempo adecuado para la siembra; tal era el entusiasmo y la dedicación de Pablo, por la obra de Dios. Pero en esta ocasión, no era el tiempo de Dios, según se desprende del relato de Hechos; el Espíritu Santo no permitió la siembra,(por el momento) en esos lugares.

Hasta que llegó el tiempo de Dios. Una noche, en visión, el Señor le mostró a Pablo un varón macedonio pidiendo ayuda; como buen sembrador, Pablo comprendió que era la señal para el comienzo de la siembra; la tierra ya había sido preparada por el Señor, el tiempo de la siembra había llegado. El resultado de esta siembra por todos es conocido, la Palabra de Dios fue sembrada y fructificó en Europa, a ciento por uno.

Es necesario ser un sembrador, el Señor así lo dispone y quiere.

Pero todo sembrador que se digne, debe de estar en posesión de la cantidad de semilla necesaria, para la tierra a sembrar, teniendo la precaución durante la siembra, ya que generalmente sembramos a voleo, que la semilla caiga sobre la tierra preparada para tal fin, aunque sin detenerse en su labor, si parte de la semilla cae fuera de la buena tierra.

Deberá asimismo no sembrar con mezcla de semillas de ningún tipo. (Deuteronomio 22:9)

La semilla genuina es la Palabra de Dios, no podemos mezclar esa semilla, con semillas de nuestra propia cosecha, por muy buenas que nos parezcan, el resultado puede llegar ser desastroso. (Gálatas 6:7-8)

La siembra es una labor mas bien ingrata, no se conoce el resultado hasta pasado un tiempo; existiendo también la posibilidad de que sea otro el que vea y obtenga el resultado de la siembra. (Juan 4:37-38) Incluso puede darse el caso, que algún enemigo intente dañar lo sembrado, sembrando a su vez cizaña, para asombro y confusión. (Mateo 13:24-30)

Pero si no sembramos, difícilmente podremos segar. (Isaías 55:10-12)

Todo hijo de Dios es un sembrador. Somos llamados a sembrar la Palabra de Dios en cada lugar donde nos encontremos. Tenemos la buena semilla. La tierra para recibir esa buena semilla, debe estar preparada por medio de la oración. Y el tiempo para la siembra es, ahora.

Que el Señor de Gloria, bendiga a todo sembrador de su Palabra, porque el que siembra justicia, tendrá galardón firme.

Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.
Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;
Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.  
(Salmos 126:5-6)


Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

2 comentarios sobre “Sembrando La Palabra

  1. Sembrar la palabra de Dios significa dar frutos buscando e impartiendo la palabra de Dios.
    Para poder cosechar nuevos frutos evangelizados y seguidores de Dios
    Buenas obras y cosechas se lograrán a través de la palabra de siembra de Dios.

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