Probablemente el mayor y más claro síntoma de soberbia e inmadurez espiritual, sea el juzgar a los demás. (Rom. 2:1)
Ya que al hacerlo, nos elevamos varios peldaños sobre los que juzgamos; sobre los demás. Peldaños que al leer lo que expone La Palabra de Dios sobre los que juzgan, descendemos (aunque no siempre) a toda prisa para que el juicio emitido, no se vuelva en contra nuestra. De ahí que los “juzgadores de oficio” pidan perdón tan a menudo.
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. (Rom. 2:1)
Generalmente, juzgamos a otros hermanos, porque en nuestra propia opinión, no guardan debidamente lo establecido por el Señor, y aunque se diga que se juzga para bien, no es así, porque todo juicio acarrea condenación, tanto del que lo emite, como del que presta su oído para divulgarlo. (Mateo, 7:1-5)
Y como ni nos corresponde, ni somos quien, tal vez deberíamos tener en cuenta para evitar juzgar, hacer nuestras las palabras de Nuestro Señor Jesucristo:
Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. (Juan, 12: 47)
¿Podrías pensar en ello?
Hermano Dios este concediéndole todas las peticiones de su corazón conforme a su riquezas en gloria, gracias por sus escritos.
Desde Ciego de Avila. Roberto.
Muy muy bueno! y cuan daño hace juzgar a los demás? Nosotros mismos nos ponemos la soga al cuello… Estamos todos en este mundo de paso, si en lugar de perder tiempo juzgando, chismorreando… pusiésemos el mismo ímpetu en obedecer la palabra de Dios… muchas cosas cambiarías…
«..amarás a tu prójimo como a ti mismo…»
S. Mateo 22: 37-39
37.Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
38.Éste es el primero y grande mandamiento.
39.Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.