Se está oyendo desde ya hace un tiempo una frase que cada vez va a más, y que ya no solo es una frase hecha, sino que es la definición de alguien que se dedica a una determinada tarea dentro del mundo evangélico, la de plantador de iglesias.
No sé si lo de “plantador” tiene algo que ver con la parábola del sembrador, que aunque el significado sea parecido no es exactamente igual.
La cuestión es que incluso (lo tengo en mis manos) ha llegado a mí, publicidad donde se ofrece siguiendo unos cursos, el título de PLANTADOR DE IGLESIAS DIPLOMADO, con un coste que oscila entre 300 y 660 dólares, más IVA, según la duración del curso y los materiales didácticos empleados.
Debido a esto decidí teclear en el buscador de Internet la susodicha frase, plantador de iglesias, y para mi asombro, encontré tal cantidad de información, que al llegar a las 100 páginas consultadas, opté por no seguir adelante. Encontrando en todas ellas información de todo tipo, desde el perfil y carácter que debe tener un “plantador”, hasta como debe ser su preparación o entrenamiento, tanto en lo físico, como en lo psíquico y en lo espiritual; incluyendo además información, sobre las condiciones que debe reunir la esposa de un plantador de iglesias y su situación económica. Todo muy bien detallado por expertos conocedores del tema.
Después busqué en la Biblia y lo más cercano (o lo más lejano) que encontré a plantador de iglesias fue esto:
Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere.Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.
Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los que nunca han oído de él, entenderán. Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros.Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con vosotros. (Romanos, 15:17-24)
Pero con la diferencia que Pablo no menciona que llenó de iglesias una determinada zona, sino que la llenó con el evangelio de Jesucristo, que aunque parecido, no es lo mismo, y en lugares donde el evangelio no era conocido. Todo lo contrario de lo que se hace ahora, que se plantan iglesias una enfrente de otra, pero de distintas organizaciones, compitiendo por las almas, y no solo por las no alcanzadas, sino por las alcanzadas. Edificando (plantando) sobre fundamento ajeno.
El Señor Jesús, como todos sabemos, comisionó (envió) a sus discípulos a predicar su evangelio por todo el mundo; entendiendo que a través de la predicación de La Palabra, todos los que iban a ser “tocados y transformados” por ella, es decir los que la creyesen y la guardasen, iban a formar parte de la iglesia (cuerpo) de Jesucristo. (Col.1:15-20)
Al igual también conocemos que la palabra iglesia procede del sustantivo griego “Ekklesia” que en el griego secular significa “asamblea o convocatoria” derivando con el tiempo en congregación o reunión. (Hechos, 14:27) (1ª Cort. 11:18)
Y que los enviados a predicar el evangelio, durante muchísimo tiempo, se les conoció como misioneros, ahora por lo visto está palabra comienza a estar en desuso, porque parece ser que “sabe a poco” como si fueran los peones de una obra, y “los plantadores” los arquitectos de la misma.
Observemos las definiciones de unos y de otros:
Misionero: Persona dedicada a enseñar la doctrina cristiana en aquellos lugares en que las personas la desconocen o no la practican.
Plantador de iglesias: Ministro u organización que inicia nuevas congregaciones donde no existían previamente.
Y esto es lo que dicen los plantadores de iglesias:
El movimiento de Plantación de Iglesias es más que el evangelismo que resulta en iglesias.
Las cruzadas evangelísticas y los programas de testificar (evangelismo) casa por casa pueden propiciar que miles de personas conozcan a Cristo, y eso es maravilloso, pero no constituyen un movimiento de Plantación de Iglesias. Los movimientos de Plantación de Iglesias se caracterizan por las iglesias que se reproducen rápidamente.
Así que, tengo la sensación de pertenecer a una empresa mercantil que busca y desea obtener lo más rápidamente posible una cuenta de resultados óptima, para satisfacción de sus socios, en vez de pertenecer a la Iglesia Universal de Jesucristo.
Y si lo que se busca es la rápida reproducción de iglesias, seguro que se conseguirá. Porque he visto el resultado de la rápida plantación en mi ciudad, pero ha sido aún más rápido el abandono y cierre de las mismas. Aunque no en todos los casos.
Porque, al tener más en cuenta, como si de una franquicia se tratara, la doctrina y estatutos de la organización que motivó la plantación o la del plantador de iglesias diplomado, que la doctrina y estatutos del Señor Jesucristo, sucedió lo que en la parábola del sembrador se menciona:
Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. (Mateo, 13:3, 5-6)
Ya que no se trata tan sólo de arrendar o adquirir un local, comprar unas sillas, un equipo acústico y colocar un cartel sobre la puerta de entrada, acorde con la organización a la que se pertenece y repartir (evangelizar) alrededor de la zona donde se está ubicado, folletos u octavillas, en las que se indica, además de las bondades del evangelio, el horario de los cultos y el nombre del pastor o ministro designado. Para intentar atraer (lo que no es malo) la mayor cantidad de gente, a la iglesia recién plantada.
Y que en mi opinión, (la mía) la cosa debería ser diferente, ya que al sentir carga por las almas, porque, ¿Qué creyente que se precie no la siente? Se debería comenzar a dar a conocer La Palabra de Dios a las gentes, orando por ellos y con ellos; intentando con la ayuda del Espíritu Santo suplir sus necesidades, (sean las que sean) a través del evangelio, procurando, tener con los interesados, sin importar el lugar, reuniones periódicas para exponer con más claridad el evangelio de Jesucristo, a fin de que a través del Espíritu Santo, lleguen a conocer y aceptar a Jesús como su Salvador y Señor.
Y que a su vez, ya bajo el señorío de Cristo, los nuevos creyentes, inicien un nuevo ciclo, anunciando el evangelio de Jesucristo a otras gentes, obteniendo como resultado más congregaciones o iglesias. (Hechos, 2:44-47)
Porque lo importante es “echar raíces” para que la obra se sostenga.
Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. (Col. 2:6-7)
Y para ilustrar la importancia de echar profundas y espirituales raíces, que es de lo que se trata, “para no secarnos”, ante el abrasador sol de la adversidad, (Jer. 17:7-8) vamos a tomar como ejemplo al bambú, por las características muy particulares de dicha planta.
Así que veamos:
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla; y tenemos la mejor semilla; (Luc. 8:11) un buen abono y riego constante, que también tenemos. (Juan, 7:38)
También es obvio que quien cultiva la tierra no se impacienta frente a la semilla sembrada, apremiándola crecer, aunque en nuestro caso, es Dios quien da el crecimiento.
Y esto es lo curioso que sucede con el bambú japonés, y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), sería bueno recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que “en tanto no bajemos los brazos” ni abandonemos, al no “ver” el resultado que esperamos, porque sí que está sucediendo algo, pero por dentro nuestro. Estamos creciendo, madurando.
Por lo tanto, si no aún no has conseguido lo que anhelas, no desesperes, quizá, sólo estés echando raíces.
Además, esto es lo que nos dejó dicho san Pablo apóstol de los gentiles, en cuanto el crecimiento espiritual:
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. (1ª Cort. 3:6-7)
Así que, a echar profundas raíces al igual que el bambú; pero en nuestro caso espirituales, para que cuando llegue el momento de Dios, ninguna adversidad pueda detener el crecimiento y la multiplicación de su Iglesia. (Hechos 16: 5)
Nuestros saludos. Agradecemos infinitamente que nos haya respondido, y comentarle que su artículo esta muy interesante, luego lo estaremos compartiendo, un domingo, en la Escuela Dominical con nuestros miembros.
Un fuerte abrazo.
Pastores Gutierrez.
Una inyección de fe para los que parece que han entrado en un largo desierto y tienden o tendemos a pensar, que nada esta sucediendo.
Y gracias por la aclaración dada de como se deben plantar iglesias o mas bien como se debe extender el evangelio.
Un abrazo para ti y tu familia, que el señor os siga bendiciendo, como hasta ahora.
Dios te continúe bendiciendo amado Pastor Antonio Sellers y a su familia. Ha sido muy provechoso e interesante a la vez, haber podido recibir y leer éste maravilloso artículo.
He despertado, porque realmente al parecer estas dos actividades: el ser misionero o plantador de iglesias se habían mezclado o parecían lo mismo. Realmente ha quedado completamente claro que no es lo mismo y le doy infinitamente gracias a Dios por tu exposición. Además gracias también por los artículos anteriores.
HOLA ANTONIO
MARAVILLOSO ANÁLISIS DE ESTA SITUACIÓN, MUY CLARA TU EXPLICACIÓN. ORGULLOSO DE TENER EL MEJOR PASTOR QUE EL SEÑOR ME HICIESE CONOCER. BENDICIONES PARA TODOS LOS HERMANOS DE LA VILA. OBSERVARÉ Y RECORDARÉ LA ETAPAS DEL BAMBÚ.
MUCHAS GRACIAS Y ABRAZOS
Bendiciones, gracias por esta valiosa informacion, un pregunta. Se puede ser un plantador de Iglesias sin ser un pastor de la misma.?