Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes. (Lucas 8:1-3)
Jesús, como cualquiera de nosotros, necesitaba financiación para llevar a cabo la obra que su Padre le había encomendado, pero a diferencia de cualquiera de nosotros, ni pedía ofrendas ni organizaba eventos para recoger fondos.
Él se limitaba a predicar, enseñar y a sanar enfermos, lo otro, la logística, estaba en manos de su Padre.
Y el resultado era que la gente, tocada por el Espíritu Santo, y sobre todo mujeres como apunta san Lucas, agradecidas por lo que el Señor había hecho en ellas, le servían, poniendo sus bienes a disposición del Maestro y de sus discípulos.
Lo curioso era que Jesús, no tenía ni donde recostar su cabeza. No tenía nada, ni quería nada para él. Todo era para la obra de Dios. (Mateo, 8:19-20)
Todo lo contrario de lo que ocurre en la actualidad que en el nombre de Jesucristo el Salvador, no hay servicio, culto o evento evangelístico donde “no se pase la ofrenda” porque es la única manera de recoger fondos “para la obra” debido que nadie o muy pocos están dispuestos a servir al Señor con sus bienes.
Y esto es debido a que gran parte de lo que se recoge en las colectas, no se utiliza para el servicio del Señor, para la obra de Dios, sino para aquellos que utilizan al Señor para su servicio, los cuales sí que tienen donde recostar sus apostólicas o proféticas cabezas.
En nuestras filas evangélicas, el llamado a servir como apóstoles, profetas, evangelistas y demás, están repletas de voluntarios, aunque donde hay más excedentes es en lo apostólico y en lo profético, que son los “ministerios” más solicitados por aquellos que quieren medrar en lo espiritual y tal vez también (es lo que se ve) en lo económico, aunque no están entre los más demandados por el pueblo de Dios.(1ª Cort. 12:29-31)
El “ministerio” más necesario y por lo tanto el más demandado y no por el pueblo de Dios sino por el Señor mismo, y que es a la vez el menos solicitado es el de servir, y menos aún, el de servir al Señor con los bienes que se poseen, con nuestro bienes. Situación esta, que tal vez se deba a que estamos más dispuestos a recibir que a dar. (Lucas, 6:38)
No todos tenemos el don o llamado para predicar, evangelizar u otros menesteres, pero todos deberíamos tener el don de ser agradecidos. Agradecidos al Señor por haber ocupado nuestro lugar en la cruz, perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna.
Y que ese agradecimiento nos debería llevar a servir al Señor, y no solo con bienes, porque no todos tenemos posibilidades económicas, sino en todas las áreas de nuestra vida, porque el servir al Señor no puede limitarse al interior de un edificio llamado iglesia.
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. (Colosenses, 3:23-24)
El servir al Señor va más allá de la oración, de la asistencia a los servicios religiosos, de tener conocimiento de Su Palabra o de tener un cargo en la iglesia. Es estar dispuesto a vivir una vida conforme a lo establecido por el Señor, dejando de lado “lo nuestro” para ocuparnos de lo de Él, cuando así lo requiera.
Es no olvidar que debemos amar a Dios sobre todas las cosas, porque si amamos a Dios (amar es agradar) de esta manera, no nos pesará utilizar y “gastar” nada de lo que poseamos, ya sean bienes, tiempo, capacidad, habilidades y otras muchas cosas, para su servicio.
El servir, ya sea con bienes o de cualquier otra manera, nos lleva a estar con el Señor Jesucristo y a ser honrados por el Padre Celestial.
Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.(Juan, 12:26)
Por lo tanto, si el Señor te ha llamado a servir, tengas poco o tengas mucho, sírvelo con lo que tengas, porque al llamarte, Él sabía lo que tenías en tu corazón.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Gracias Pastor por traernos la palabra del Señor y dejarnos tu reflexión…
Gracias a Dios por su articulo, por cierto muy interesante reflexión.
Pastores Gutierrez.
Así lo entiendo querido Pastor, y creo debemos hacer y dar más, sobre todo a los que más lo necesitan, ya sea por salud, bienes, oraciones o cuanto sea.
AMEN Y AMEN, que el Señor nos ilumine y utilice
Antonio, Por este camino te van a expulsar de tu iglesia evangélica. Esteve Serra
¡Excelente comentario Pastor Antonio!
Por que siempre va lo del diezmo ya no es de este tiempo, estamos por gracia no por ley. Bendiciones.
Querido Edwin, es este artículo tratamos de la necesidad de ofrendar, no del diezmo. Porque se necesitan medios económicos, para poder llevar el evangelio a otras partes.