Con el mismo sentir.

 

 

El salmo 133, nos habla de lo que ocurre cuando hay armonía entre los hermanos:

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!
Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba,la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.

Pero no siempre es así, y debido a una situación totalmente contraria a lo que se sería deseable según este salmo, el apóstol Pablo dirige una exhortación a dos mujeres, Evodia y Síntique, que por lo visto no estaban por la labor:

Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.  (Fil.4:2)

Por lo que sabe, estas hermanas en Cristo, eran miembros importantes de la iglesia de Filipos y habían “combatido” junto con Pablo a causa del evangelio. (Fil. 4:3)

Y a pesar de ello, tenían distinto parecer sobre la forma de obrar; cada una de ellas consideraba “su método” como el mejor para la obra de la iglesia. No sobre puntos doctrinales, porque en caso contrario, el apóstol hubiera actuado de distinta manera, pero de todas formas, la discrepancia que existía entre ellas, era un mal ejemplo para la congregación filipense y debía terminar.

Y tenía que terminar, porque el mismo Pablo había sufrido un desacuerdo parecido en sus propias carnes y conocía lo que acarreaban dichas disputas:

Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.
Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, y pasó por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias.
(Hechos, 15:36-41)  

Y tal vez, debido a esa desagradable experiencia, rogó a Evodia y a Síntique que bogaran en la misma dirección, al tener en cuenta lo que apunta proverbios sobre este tipo de situaciones:

Las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.  (Prov. 18:19)

Porque a pesar de querer o buscar el mismo fin, cuando hay desacuerdos por la forma o la manera de obrar, se pueden formar facciones dentro de la iglesia, llegando dado el caso, a enfrentarse hermanos entre sí, avergonzando a propios y extraños con esta actitud tan alejada de las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. (Juan 17:22)

Ya que de lo que se trata es que, aunque tengamos puntos de vista distintos en cuanto la forma de dar a conocer el nombre de Cristo, el fundamento, es decir la doctrina, la sana doctrina, debe ser la misma que enseñó el Señor Jesucristo según plasman las Sagradas Escrituras; sin añadiduras ni ningún tipo de enmienda por nuestra parte.

Asumiendo además, que el ser de un mismos sentir implica el tratar a los demás como nosotros queremos ser tratados, y que” mi forma de obrar o hacer las cosas” no tiene porqué ser la mejor o estar por encima de la de los demás, sino que cada uno según la capacidad que el Señor le haya dado, unánimemente afanémonos, en dar a conocer toda La Palabra de Dios para alcanzar con la ayuda del Espíritu Santo, al mayor número de personas. Porque de eso es de lo que se trata, lo demás son historias.

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. (Fil. 2:3-4)

Para terminar transcribimos una porción de la carta a los romanos, que aunque contextualmente iba dirigida (esta porción) a evitar que se juzgara a los hermanos por cuestiones de comida, muy bien se puede aplicar a otras cuestiones como las que estamos tratando en este artículo:

¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.
El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.
Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios.
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano
(Rom. 14:4-13)

Por lo tanto, lo correcto, lo bueno y lo necesario es que los que en Jesucristo hemos creído, tengamos todos el mismo sentir, porque todos (creo) perseguimos el mismo fin.   (1ª Pedro. 3:8-11)

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

 

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