Al estar siendo cuestionada la autoridad apostólica de Pablo, no ve ningún inconveniente en confrontar la desobediencia, cuando aquellos que dicen que obedecen a Jesús, decidan también obedecer a los que el Señor (bajo su autoridad) ha comisionado, y en este caso a él mismo, porque la obediencia (como sabemos) se aprende.
Pues, aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. (2 Cort. 10:3-6)
La palabra «obediencia» está formada con raíces latinas y significa «tener la cualidad del que escucha y cumple un mandado». Es decir, obedecer significa: Saber escuchar. Así de simple. (Mateo, 7:24-27)
Porque cuando hablamos de obediencia, hacemos referencia a una actitud responsable de colaboración y participación no solo con aquellos que el Señor ha llamado al ministerio de la Palabra, ya que el acatar lo establecido por el Señor, es fundamental para que, a través de la convivencia y la buena relación entre los hermanos, el Señor añada a la Iglesia los que van a ser salvos. (Hechos, 2:46-47)
No se determina la obediencia por el afecto o credibilidad que se pueda tener hacia la persona que está al frente (del Señor Jesús se dudó) debemos concentrarnos más bien, en realizar la tarea que se nos ha encomendado. (Lucas 19:12-26)
La conducta opuesta a la obediencia, es la desobediencia; y esta, en cuanto a la fe, solo está (en principio) justificada cuando haya abuso de autoridad, (1 Pedro, 5:1-3) falsa doctrina, (1 Tim. 6:3-5) o se prohíba dar a conocer la Palabra de Dios:
¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. (Hechos, 5:28-29)
Y como creo que no es necesario extenderme más sobre este tema, deseo terminar esta breve exposición poniendo en valor la obediencia de nuestro Señor Jesucristo, que fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, (Fil. 2:5-8) siendo además autor de eterna salvación para los que le obedecen. (Hebreos, 5:8-9)
Por lo que, los que estamos en el Señor Jesucristo (2 Cort.5:17) deberíamos atender lo que en la conocida epístola universal a los Hebreos, se recomienda a los que en Él creen:
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. (Hebreos, 13:17)
Ya que la fe y la obediencia, siempre deben andar juntas.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.