Hace una par de semanas leyendo la carta a los romanos, “me quedé varado” en unos versículos que debido al auge que ha tomado lo profético, dejando atrás lo apostólico, pareciera ser, que contrario a lo que dice la Biblia, todos son profetas. (1 Cor. 12:29)
Los versículos en cuestión son los siguientes:
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe, o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. (Rom. 12:3-8)
Al hablarnos esta porción de La Palabra sobre medidas, y en concreto sobra la medida de la fe, podríamos entender que Pablo, apóstol de los gentiles, se está refiriendo (entre otras cosas) a la prudencia o al control de lo que (proféticamente) decimos o hacemos. Intuyendo que se trata una medida de capacidad, que es la cualidad (intelectual o espiritual) idónea para llevar a cabo algo determinado. Porque el Señor, suele repartir los dones conforme a la capacidad y no necesariamente según la inclinación natural de cada uno.
Porque el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. (Mateo, 25:14-15)
Capacidad, no es ni disposición ni actitud. Sino como se ha dicho es la cualidad que permite el desarrollo de algo, el cumplimiento de una función, o el desempeño de un cargo,
Por lo que hay hermanos que teniendo de si, un concepto más alto del que debían tener, aspiran a ministerios a los que Dios no los llamó, como por ejemplo el de profeta. Pero también es cierto, que hay hermanos que tienen un concepto de si, más bajo del que debían tener, atorando su llamado y ministerio profético. Este concepto daña al propio sujeto, pues le impide el crecimiento espiritual y causa daño a la iglesia, así como el otro perjudica a la iglesia “al creer tener el monopolio del Espíritu” y no dejar lugar a que otros ejerciten los dones que Dios les dio. (Efesios, 4:1-7)
Por lo que, sin sobrepasar la medida de la fe que Dios repartió a cada uno, ni quedarnos cortos, deberíamos asumir la función o tarea encomendada a cada uno por el Señor, para que el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sea convenientemente edificado.
Ya que: … Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. (Efesios, 4:11-14)
Gloria a Dios,, los dones y la medida de fe son para edificar el cuerpo de Cristo,,, me encantó la palabra,,, monopolio espiritual,,, si es el mismo que todos tenemos.
Saludos y bendiciones desde Tuxtepec Oaxaca México,,
Rev. Silvestre López Durán
Gracias Silvestre.