Recibí hace un tiempo un correo electrónico en el que me explicaban detalladamente, el trabajo que estaban realizando un grupo de hermanos llevando el evangelio, a lugares recónditos de su país, para que el nombre de Jesucristo fuera conocido por cada uno de sus compatriotas.
Labor que me pareció loable. Porque incluso en las cárceles predicaban el evangelio, cosa que me agradó; teniendo como meta haber evangelizado su país en muy pocos años.
Seguía a esta exposición de los trabajos realizados y por realizar, una lista muy completa y detallada de los medios que necesitaban para llevar a cabo su visión, y lograr los objetivos que se habían marcado.
En la citada lista figuraban: Computadoras, fotocopiadoras, impresoras, cámaras fotográficas, celulares, proyectores, Biblias, folletos, material evangelístico de todo tipo, etc., etc.
A continuación, la lista ya entraba en lo económico; dinero en efectivo para salarios de los que realizaban o realizaran el trabajo, ya que estaban o iban a estar a tiempo completo. Colaboración también para la alimentación y transporte de dichas personas; y por último oración.
Agradeciendo de antemano a todos aquellos hermanos que estuvieran dispuestos a colaborar.
Dicho correo, por la cantidad de direcciones que figuraban en él, fue enviado a una larga lista de creyentes. Era sin lugar a dudas una circular.
Como me quedé un poco sorprendido por la petición que hacían estos hermanos, sin conocerme para nada, opté por contestarles diciéndoles, que en el listado que enviaron noté a faltar que se les había olvidado algo muy importe: el Espíritu Santo.
Detallándoles mi experiencia a lo largo de mis cuarenta años como panadero; profesión que heredé de mi padre y con la que fui bendecido y pude bendecir a otros. Teniendo que levantarme cada día a las cuatro de la madrugada para elaborar pan, (el pan nuestro de cada día) y poder llevar un salario a casa, para cubrir las necesidades de mi familia.
Profesión que cuando el Señor me tocó y llamó para el ministerio, no abandoné, sino que continué con mi labor a la vez que trabajaba para el Señor; trabajo que al tiempo fructificó al compartir y dar a conocer a mis clientes, el Pan de Vida.
Además les recordé lo que dice La Palabra de Dios, sobre los que él envía, ya sean unos pocos (Lucas, 9:1-6) o un grupo más numeroso. (Lucas, 10:1-12)
Y que de nada van a tener necesidad, todos los que en el Señor confían:
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o que beberemos, o que vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo, 6:31-33)
Pues bien, mi respuesta no les gustó nada; airados aunque sin faltarme el respeto, me contestaron diciéndome mas o menos, lo siguiente: Que tal vez el planteamiento de su correo (circular) no era del todo correcto, pero que nadie les iba impedir a seguir con sus planes (cosa que no les mencioné para nada) y que mi respuesta por sincera, resultaba cruel; ya que, el exceso de sinceridad es crueldad.
De nuevo les escribí diciéndoles que no había sido mi intención ofenderles, sino que deseaba que se dieran cuenta, que si no contaban con el Espíritu Santo para proclamar el evangelio, de nada les iban a servir los medios técnicos y económicos que esperaban obtener. Porque si el plan es de Dios, aunque solo se tenga en las manos una vara, se alcanzarán los objetivos deseados. (Éxodo, 14:15-16)
Porque no se trata de técnica avanzada, sino de poder y autoridad en Cristo, por medio del Espíritu Santo de Dios.
Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. (1ª Cort. 4:20)
Y cuando ya no esperaba respuesta, esta llegó; y llegó llena de convicción y de amor cristiano, disculpándose por la anterior, al haber comprendido que mi intención al escribirles no era el hacerles daño, sino hacerles reflexionar que todos aquellos que habíamos recibido dicha misiva, podríamos muy bien pensar que el económico, era el principal motivo que les estimulaba para proclamar el evangelio.
Y aunque por muy de acuerdo que esté, en que se deban utilizar todos los medios técnicos a nuestro alcance para proclamar el evangelio de Jesucristo, sé que sin la ayuda del Espíritu Santo, estos medios de poco sirven; bueno, sirven si no está presente el Espíritu Santo, para entretener y distraer al personal.
También sé, que se necesita mucho tiempo libre para proclamar el evangelio; pero que no es una excusa el no hacerlo por que se tenga un trabajo secular, ya que menudo es conveniente el tenerlo para poder ayudar y bendecir a otros con el fruto de nuestro trabajo. (Hechos, 20:34-35)
Y que como ejemplo, tenemos al apóstol de los gentiles, que a la vez que trabajaba con sus manos, predicaba la Palabra de Dios:
Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como eran del mismo oficio, se quedo con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.
Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y griegos.
Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la Palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. (Hechos, 18:1-5)
Actitud, la de trabajar secularmente, al igual que Pablo, (si nos es posible) para no ser gravosos, ni carga para nadie; porque no son solo palabras lo que gente quiere y necesita, sino hechos:
Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no solo es evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.
Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; como trabajando de noche y de día, para nos ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicábamos el evangelio de Dios. (1ª Tesa. 2:8-9)
¿Vamos a ser nosotros más efectivos que Pablo por no trabajar? ¿Por tener más medios para predicar?
Más bien creo, que seremos más efectivos (como Pablo) si vamos revestidos del poder y la autoridad de Jesucristo.
Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino ene el poder de Dios. (1ª Cort. 2:3-5)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Es hermoso trabajar para Jesucristo, yo tengo una ardua labor trabajando para los presos dominicanos.
Dios le bendiga, es una bendicion poder llevar la palabra a muchos paises y no hay mejor compañero que el Espirutu Santo, me parece una idea muy fructifera. Sigan adelante, mil bendiciones.
Amigo, gracias, disfrute mucho leyéndolo.
Recién terminé un modulo para la maestría en Ministerio Práctico y la materia era precisamente: Teología Bíblica de las Misiones, la impartió un experto misionero en América Latina y es sorprendente como a cada momento tienen precisamente que depender del Espíritu Santo. Nos insistía en nuestras oraciones de apoyo y poco habló de recursos materiales, aunque sabemos, hacen falta.
Me alegro por esos hermanos. Los tendremos en oración, al igual que a ti, tu familia y ministerio.
Abrazos y bendiciones, René.