En la cronología de los hijos o descendientes de Judá, (1 Crónicas, 4:1-23) encontramos un paréntesis para hablarnos de un personaje llamado Jabes que se nos dice que fue más ilustre que sus hermanos. Asegurando algunos escritores judíos, que fue un eminente doctor de la Ley. Y que al atraer, debido a su fama, a tantos escribas a su lado, llegaron a llamar Jabes a su ciudad, en honor a él. (1 Crón. 2:55)
Jabes que significa dolor, llamado así por el sufrimiento que le causó a su madre al darle a luz, (1 Crón. 4:9) al llegar el momento de poner por obra lo que el Señor había establecido para su pueblo una vez entraran en Canaán, Jabes, invocando al Dios de Israel, le pidió cuatro cosas en una misma y breve oración. Petición (oración) que fue oída y otorgada por Dios, según leemos:
E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, sí me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió. (1 Crón. 4:10)
En este caso el Señor, parece ser, no se tardó en concederle a Jabes lo que le pidió, por los siguientes motivos que creo entender:
Debido a su obediencia a La Palabra de Dios, pidió bendición y fue bendecido, porque la bendición, que es sinónimo de prosperidad, alcanza a todos aquellos que obedecen a La Palabra y la guardan, tal y como se expone en Deuteronomio, 28:1-14.
Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. (Deut. 28:1-2)
Le ensanchó (extendió) el territorio porque era una promesa que el Señor hizo a sus padres, y como Dios siempre cumple sus promesas, le concedió la petición:
De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de todos sus enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos. No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió. (Josué, 21:43-45)
Pidió la protección de la mano de Dios y la obtuvo, porque conocía y sabía el poder que emana de la mano de Dios:
Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. (1 Crón. 29:11-12)
Y en cuanto a que le librara del mal, para que no lo dañase, también fue librado; y a pesar de que algunos señalan que esa petición fue hecha porque su nombre, Jabes, le recordaba el dolor que sufrió su madre, y él, no quería que le alcanzase un sufrimiento similar, en mi opinión, más bien, se trató, de que quería vivir confiando plenamente en el Señor, como todos los que le creen y sirven:
Mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal. (Prov. 1:33)
Lo curioso es que, de manera que iba (un servidor) consultando La Palabra y leyendo los versículos que he transcrito y otros que por su extensión no he creído conveniente transcribir, he llegado a la conclusión que Jabes fue más ilustre que sus hermanos, porque al conocer La Palabra de Dios, la obedecía; y que el conocerla además de obedecerla, le llevó a pedir conforme a la voluntad a Dios. Y debido a esto, el Señor le otorgó todo lo que le pidió. Así de simple.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. (1 Juan, 5:14)
Porque (y eso lo sabemos) el Señor no quiere oidores de su Palabra sino hacedores de ella, para que cuando los hacedores de su Palabra (Jabes lo era) clamen a Él, oírles y concederles lo que le pidan. Porque el Señor además de oidor, es hacedor de lo que los que son suyos, le pidan.
Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. (Salmos, 34:15)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.