Escribe desde la cárcel el apóstol Pablo, una carta muy emotiva a la iglesia de Filipos. Iglesia que al haberla fundada en uno de sus viajes misioneros le unía una estrecha y cordial relación. No fue por casualidad que Pablo acompañado de Silas y Timoteo llegaran a Filipos; el Espíritu Santo fue el que les llevó allí:
Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas.
Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio…. (Hechos, 16:6-39)
Quiso el Señor que se conociera su Palabra en Europa y así fue. Dos familias de esa ciudad le abrieron las puertas al evangelio de Jesucristo, la de Lidia, vendedora de púrpura y la de un carcelero de la misma ciudad; familias que sentaron las bases para constituir la iglesia de Filipos, involucrándose un tiempo después, en el trabajo misionero junto a Pablo. (Fil. 4:2-3)
Iglesia de la que Pablo se sentía orgulloso, agradecido y honrado al ser el corolario de su ministerio apostólico.
Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados. (Fil. 4:1)
Orgulloso porque siempre le habían obedecido. Pero no con una obediencia servil sino con la seguridad de que al haber sembrado en ellos la Palabra de Verdad, se mantendrían firmes, al ocuparse primordialmente en lo que habían creído.
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado. (Fil. 2:12-16)
Y agradecido, porque nunca se habían olvidado del que sembró La Palabra en ellos. Ya que, atentos a las necesidades del que les dio a conocer a Jesucristo, suplieron con amor todo lo necesario para poder seguir con su labor evangelizadora, como reconoce Pablo en su carta:
En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. (Fil.4:10-18)
Les recuerda Pablo a los filipenses (a nosotros también) que se comporten dignamente, que estén firmes en un mismo espíritu, que sean de un mismo sentir y que se estimen unos a otros como superiores a sí mismos, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino también por lo de los demás. Teniendo muy en cuenta el ejemplo de Cristo Jesús, que no tuvo ningún inconveniente en despojarse de todo aquello que podía impedirle hacer la voluntad del Padre Eterno. (Fil. 2:1-11)
Voluntad primaria de Dios que todos conocemos, y que se trata de que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad a través de Jesucristo. (1 Tim. 2:1-6)
Y para que esto suceda, además de predicar el evangelio, se debería tener una actitud positiva hacia la persona que se le hable del Señor Jesucristo, no viendo lo que es, sino lo que puede ser en las manos del Señor que predicamos. De ahí que Pablo dirigiéndose a los filipenses, (a nosotros también) les dijera que pensaran en lo siguiente:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Fil. 4:8)
Porque si pensamos en lo verdadero, en lo honesto, en lo justo, en lo puro, en lo amable, y en todo lo demás que Pablo recomienda en su carta, vamos a conseguir al tener la mente de Cristo, (1 Cort. 2:16) alcanzar a otros para Él. Porque el Señor Jesús dejando de lado toda la inmundicia (pecados) de los hombres, comía y bebía con los considerados pecadores por otros hombres, (y no es que no lo fueran) para ofrecerles la salvación.
Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. (Marcos, 2:16-17)
Por esto mismo, san Pablo, a los filipenses (a nosotros también) les dijera que con mucha reverencia (temor y temblor) se ocuparan de su propia salvación, que se santificaran. Porque la condición o talante personal del ser humano, trasluce lo que llena su corazón. Añadiendo además, que el afán de nada sirve, que más bien debían presentar a Dios todos sus anhelos e inquietudes (nosotros también) a través de todo tipo de oraciones y acciones de gracias para que su paz, que es de lo que se trata, inunde en Cristo Jesús todo nuestro ser.
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Fil. 4:5-7)
Pretendía (eso creo) san Pablo al escribir la carta que nos ocupa, hacer pensar a los filipenses (a nosotros también) que los fundamentos que había colocado en la iglesia de Filipos deberían permanecer inamovibles. Fundamentos basados principalmente en la predicación de la Palabra, en el ejercicio de la humildad personal, en el conocimiento de Jesucristo y en el amor y la paz con los demás y con uno mismo.
No dudando san Pablo, en asegurarles, con total ausencia de engreimiento o vanidad, que la paz de Dios estaría con ellos (con nosotros también) si asumieran todas sus enseñanzas y tuvieran en cuenta su comportamiento mientras estuvo con ellos. Anhelando en su corazón, al haber sido enviado por el Espíritu Santo, haber sido un referente de lo que el Señor puede hacer en todos aquellos que le obedecen y guardan su Palabra.
Porque a la gente le sobran palabras y les faltan referentes.
Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. (Fil 4:9)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Creo que la humildad, el amor y la paz con los demás y con uno mismo, son fundamentales como ejemplo para la Congregación. Tú de eso mucho conoces y practicas para la Gloria de nuestro Señor!! Bendiciones!!