Ha llegado la época estival, y con ella, los campamentos para los jóvenes. Campamentos donde se supone que son los espacios ideales para que nuestros jóvenes reciban un empujoncito más en su caminar con Cristo; para que conozcan jóvenes de otros lugares con el mismo sentir, el de servir al Señor Jesucristo.
Son el futuro, y como Iglesia, queremos que lleguen a él convenientemente preparados y llenos del Espíritu Santo, tal cual lo especifican las Escrituras, tanto en el libro de Joel como en el de Hechos. Escrituras que también mencionan a otros no tan jóvenes, que parece ser tenga algo que ver con ellos.
Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños. (Hechos, 2:17)
Y debido a esta mención de los menos jóvenes, desde hace un tiempo, me pregunto: ¿Qué pasa con los ancianos? Porque generalmente no se tienen en cuenta o no se tienen planes para ellos, y no me refiero a los ancianos mencionados en el evangelio de san Juan, que aunque es este caso se refiera a cómo iba a terminar sus días san Pedro, muy bien se puede aplicar a la pérdida de facultades en general.
De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. (Juan, 21:18)
Me refiero a hombres y mujeres, aunque mayores o de avanzada edad, con sus facultades físicas y mentales intactas, como los aludidos por el profeta Isaías:
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:30-31)
A estos quiero referirme, a los que aún sueñan en ver cumplida la Palabra revelada de Dios. Palabra, la de Dios, que llegó a dos ancianos en la antigüedad y que vamos a tomar como ejemplo para que los que peinan canas, como un servidor, sepan, que le pueden ser útiles al Señor si le obedecen, como le obedecieron los dos personajes que vamos a citar.
El primero de ellos, Abraham, (este hombre no deja de asombrarme) porque con 75 años a sus espaldas, no le hizo oídos sordos al Señor al llamarle para que saliera de su tierra, dejara a sus parientes y se dirigiera a un lugar por él desconocido. En ningún momento, el anciano Abraham, alegó que era muy viejo para esa arriesgada aventura. Era una temeridad y más a su edad, el tener que dejar atrás la comodidad del hogar, familia, amigos y todo lo conseguido a lo largo de los años y salir de su tierra en busca de lo desconocido. Otro tal vez habría rehusado, excusándose amablemente, pensando que lo que le propuso el Señor, no era para él, sino para un hombre más joven. Pero no lo hizo. (Hebreos, 11:8)
Y no lo hizo, porque Abraham, tenía un sueño, por eso lo eligió el Señor. Porque no me imagino al Señor observando desde su morada celestial a los hombres, para ver, como si de un sorteo se tratara, en quien iba a recaer la tarea de llevar adelante su plan. Plan solo por Él conocido y diseñado desde el principio para redimir a la humanidad. (Génesis, 3:15)
El anhelo de Abraham, su sueño, en un principio, era tener descendencia, sueño que le hizo saber al Dios Eterno, sueño que el Señor utilizó para dar inicio a su plan. Porque los sueños si son de Dios al ponerlos en práctica, se encadenan unos con otros y se convierten en realidades:
Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.
Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. (Génesis, 15:1-6)
El sueño de Abraham al convertirse en realidad, fue el principio de un largo y a veces tortuoso camino (Génesis, cap. 12 al 25) que desembocó en la creación de una nación, del pueblo escogido por Dios. Pueblo que iba a tener un destino eterno:
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. (Génesis, 12:1-3)
El sueño del anciano Abraham, al obedecer a Dios, abrió para la humanidad, las puertas de un futuro con Dios:
Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. (Mateo, 1-16)
El segundo de los citados, es Moisés, que a pesar de haber sido criado por la hija del Faraón de Egipto, nunca olvidó que era hebreo y soñaba algún día poder librar a sus hermanos de las duras tareas que como esclavos, estaban obligados a realizar. Por ese afán, cometió homicidio y tuvo que salir huyendo de Egipto sin ver cumplido su sueño:
En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos.
Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto. Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián. (Éxodo, 2:11-15)
Cuarenta años después, cumplidos ya los 80, estando Moisés, en Horeb, monte de Dios, apacentando las ovejas de su suegro, y tal vez (estaba en el lugar idóneo) meditando en el sueño que le había acompañado desde su juventud, desde una zarza, el Señor le llama, y se dirige a él diciéndole que le iba a enviar a liberar al pueblo hebreo, su pueblo, de la esclavitud de Egipto.
El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. (Éxodo, 3:9-10)
Llamado de Dios, que descolocó a Moisés, porque ya no se veía capacitado, ¿Por su edad?, para llevar a cabo esa acción. (Éxodo, 3:11-12) Alegando, al contrario que Abraham cuando fue llamado, variadas y razonables excusas para que fuera otro en su lugar, porque una cosa es tener y anidar sueños, y otra, que esos sueños se vuelvan realidad. Sobre todo cuando es uno el que los tiene que hacer que se cumplan, y más, a ciertas edades. Aunque cuando son de Dios, todo, sin que se sepa de antemano, está previsto por el Señor:
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.
Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. (Éxodo, 4:10-14)
Finalmente Moisés, accedió. Tuvo también que dejar la comodidad de su hogar y el relajado y grato trabajo de pastor, para llevar a cabo la misión que el Señor le encomendó. Así que, aunque a regañadientes, fue en busca de su sueño.
Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano. (Éxodo, 4:20)
Y con la vara de Dios en la mano, pudo el octogenario Moisés, bajo la dirección del Señor, hacer maravillas y prodigios, hasta poder ver cumplido su sueño, liberando de la esclavitud de Egipto al pueblo de Dios, su pueblo.
El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años.
Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto. (Éxodo, 12:40-41)
Dos hombres ancianos, Abraham y Moisés, que bajo la dirección del Señor nos solo cambiaron la historia, sino que la escribieron. Hombres con sueños que sentaron precedente para que muchos como ellos, sin importar la edad, pero con sueños de Dios, coloquen los fundamentos necesarios para que otros más jóvenes, tengan un futuro asegurado en Cristo, (vuestros jóvenes verán visiones y profetizarán) al ser llenos del Espíritu Santo, porque es de lo que se trata. Que nuestros jóvenes sean empujados por los que en el presente, están asentados en Cristo.
Porque sin presente, no hay futuro, y nuestra madurez, (si es que la tenemos) es el presente. Así que atentos a los sueños. Porque el Señor, en sueños, también habla.
Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende.
Por sueño, en visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho, entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo. (Job, 33:14-16)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Gracias pastor Antonio,es un recordatorio para obediencia y atención!, Me gusta recordar que Abraham creyó A Dios, y saber que Dios nos habla de distintas maneras, si nos unge para un propósito suyo, también nos prepara para ello y nos respalda con TODO,lo necesario, material y espiritual,es hermoso saber que hay jóvenes y no jóvenes hoy preparando el camino para seguir el Plan de Dios.
Qué Dios le bendiga,a ud.familia, iglesia y a la bella Vila.
Wuao cada día me convence más que cada palabra y cada estudio del pastor Antonio viene del cielo gracias siervo cuanto encierra de bendiciones está palabra