Al releer el elogio que se le hace a la mujer, a la mujer virtuosa, en el libro de Proverbios (Prov. 31:10-31) me quedé un poco perplejo, por los detalles, sobre todo en uno, en el cual nunca me había fijado.
En primer lugar y después de tener en cuenta que la virtud (según define el diccionario) es la disposición habitual para hacer el bien, a nivel general, se aceptan o reconocen cuatro virtudes cardinales, a saber:
Justicia. (Conocimiento de Dios y por ende de uno mismo)
Prudencia. (Capacidad de razonamiento)
Fortaleza. (Madurez espiritual para soportar, resistir o hacerle frente a cualquier contratiempo)
Templanza. (Control emocional)
Encontramos que:
El marido de la mujer virtuosa está confiado en ella, el verbo confiar en hebreo implica: refugio, apoyo, etc. (Verso, 11)
Utiliza sus manos tanto para trabajar como para ayudar a quien lo necesite. Por lo tanto recibirá su recompensa. (Versos, 16, 19-20)
No le importa que su marido sea conocido gracias a ella. (Verso, 23)
No pierde el tiempo diciendo tonterías; no critica, no juzga a nadie. (Verso, 26)
Temer a Jehová significa tenerle una confianza reverente acompañada de un rechazo o tirria al mal. (Verso, 30)
Además de segar lo que sembró, recibirá la aceptación de los que la conocen. (Verso, 31)
Y lo más sorprendente es que a pesar de las distintas y agotadoras tareas que realiza LA MUJER VIRTUOSA, en el detalle en que nunca me había fijado es que, de su boca nunca sale queja alguna.
Para terminar transcribo lo que le dijo el judío Booz, a Rut la moabita:
Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. (Rut, 3:11)
Porque una mujer virtuosa no es la que dicen (se opina) que lo es, sino la que se sabe (se conoce) que lo es.
¿Podemos pensar en ello?
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