La Ofensa

Durante todo el tiempo que sirvo al Señor, he tenido la oportunidad de conocer distintas iglesias, congregaciones y denominaciones, y a pesar de las distintas variantes doctrinales, en todas ellas existe un grupo de hermanos con las mismas características, son los ofendidos.

Pareciera que estos hermanos nuestros poseyeran Biblias a las cuales les faltaran algunos versos, como los relacionados con las ofensas, porque cualquier cosa les ofende. (Mateo, 6: 14-15)

Si se cuenta con ellos, se ofenden, porque ¿Quién eres tú para contar con ellos?
Si no se cuenta con ellos, para no ofenderles, se ofenden, porque nunca se cuenta con ellos.

Si te preocupas por ellos, se ofenden, porque te metes en su vida.
Si no te preocupas por ellos, se ofenden, porque no te interesas por ellos.

Hagas lo que hagas, se ofenden.

Y se ofenden porque aún son niños(espirituales)  en su forma de pensar, a pesar de haber pasado algunos, el meridiano de la vida. (1ª Cor. 14:20)

Los “ofendidos” como niños resentidos, se apartan y alejan de sus “ofensores” y de la Iglesia,  por el daño, que según ellos, que se les ha ocasionado; sin tener en cuenta, que, ellos  también ofenden muchas veces, (Santiago, 3:2) Y al no perdonar “al ofensor” que posiblemente ignore que ha ofendido a alguien, pueden dejar abierta una puerta a la amargura y al resentimiento, dándole lugar al diablo: Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. (Efesios, 4:26-27)

Así que, si la ofensa es, (según el diccionario) una palabra o un hecho que molesta o agravia a otro; lo correcto (para los creyentes) sería tener en cuenta lo que al respecto recomienda la Palabra de Dios: Que pasemos por alto las ofensas.

La cordura del hombre detiene su furor;  Y su honra es pasar por alto la ofensa. (Proverbios, 19:11)

¿Podrías pensar en ello?

5 comentarios sobre “La Ofensa

  1. Una verdad muy grande, Antonio. Muchas gracias por tu mensaje. Miramos siempre lo que nos hacen los demás y no vemos lo que podemos ofender nosotros. Si fuésemos capaces de tener presente lo que el Señor ha hecho por nosotros…»otro gallo nos cantaría»…¡Que Él te bendiga!

  2. Si que tendríamos que darnos cuenta, que nosotros también ofendemos muchas veces, y no solo que se nos ofende.
    Si lo reconociérmos, las cosas cambiarían y evitaríamos muchos problemas, y la gente que nos observa, tal vez, se acercaría a Cristo, al ver nuestro ejemplo.

  3. En la Iglesia, en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales siempre encontramos este tipo de personas, que te desorientan porque por acción u omisión nunca aciertas con lo que ellos esperaban. Debemos, pienso, orar mucho por ellos, para que el Señor les quite esos complejos, afán de protagonismo y desconformidad crónica.

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