La Ansiedad.

 

 

Es la ansiedad uno de los males, que junto al estrés y la depresión, puede acompañar a todo hombre y mujer a lo largo de su vida, dándose a conocer cuando se den las condiciones para ello.

Puede ser normal la ansiedad ante la presencia de estímulos amenazantes o que suponen riesgo, desafío, peligro, etc., o patológica, caracterizada por diferentes trastornos psíquicos.

Es el estado emocional en el que se experimenta una sensación de angustia y desesperación permanentes, en la cual no vives o disfrutas los momentos presentes por causas no conocidas a nivel consciente o por una enfermedad. Puede afectar a personas de todas las edades y sobre todo a aquellas que están sometidas a una tensión familiar o laboral constante, y en aquellas que han arraigado en sus patrones de conducta un sentido de perfeccionismo hacia todo lo que hacen y dicen.

En fin, la ansiedad no es buena.

Y como no es buena, tenemos buenas noticias para los que la padecen, porque el rey David que también la sufrió supo cómo atajarla, dejando la solución por escrito para que cualquiera que la sufriera, pudiera librarse de ella:

Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra. Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas.
Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.
(Salmos, 119,25:28)

En primer lugar confiesa David, en que condición se encuentra (hecho polvo) y a continuación le ruega al Señor que le eche una mano, para que al sincerarse con él, al abrirle su corazón y su mente (manifestarle sus caminos) le enseñara y le hiciera entender sus estatutos y mandamientos para meditar en ellos y cumplirlos.

Porque (entendió David) que lo único que podía hacerle frente a la ansiedad y vencerla, era la Palabra de Dios.

Y no solo esto nos señalan Las Sagradas Escrituras, sino que debemos aprender a echar la ansiedad, en caso de tenerla, sobre los hombros del Señor, y esto sólo se consigue reconociendo a la vez nuestra pequeñez (humillándonos) y su Grandeza y Majestad.

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.(1ª Pedro, 5:6-7)

La ansiedad, como ya lo vio el rey David y como podemos verlo nosotros, se vence sujetándose al Señor Jesucristo y a su Palabra:

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. (Mateo, 11:28-30)

Así que de nosotros depende.

 

¿Podrías pensar en ello? 

 

 

Un comentario sobre “La Ansiedad.

  1. Hemos recibido con mucho agrado este trabajo y en cualquier momento se lo llevo al Pastor Gumersindo para que lo tenga. Él siempre agradece mucho sus artículos y los utiliza en algunas de sus predicaciones o estudios bíblicos.
    Él le manda saludos a usted y a su familia. Gracias
    por siempre tenerlo presente.
    Bendiciones.

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