La higuera estéril.

 

 

Se menciona en el evangelio de Lucas una parábola  del Señor Jesús sobre una higuera;  sobre una higuera estéril. Estéril es un adjetivo que se emplea para identificar todo aquello que no  tiene producción o no genera fruto.  Por lo tanto, una higuera estéril es aquella que no da el fruto que se supone debe dar.  Así que veamos la parábola en cuestión:

Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.  Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.   Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después. (Lucas. 13:6-9)

Vivo en un parte de España (que Dios la bendiga) donde las higueras al igual que las viñas abundan, espero (me gustan los higos)   cada año con impaciencia que las higueras den su preciado fruto, así que me imagino el desencanto del varón que  año tras año, al ir en busca del fruto de “su higuera”  que con tanta ilusión  plantó,  no lo hallaba.

Ocupaba la higuera de la parábola una porción de tierra entre las vides que parece ser, aunque no se mencione si producían fruto en su tiempo.  La tierra de  la estéril higuera, era una  buena tierra y al ser se abonada  y limpiada (podada)  regularmente, lo lógico era que diese a su tiempo,  fruto. Cosa que no ocurría.

Narración esta que a pesar de ser breve,  encierra como todos sabemos una seria advertencia de parte del Señor Jesús al pueblo de Israel,  pero que muy bien se puede aplicar a todos aquellos de nosotros que a pesar de “haber sido plantados en la viña del Señor” somos  como la higuera estéril, sin fruto. Porque al igual que la higuera fue plantada para que diera fruto, el Señor nos escogió y llamó para que diésemos fruto: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. (Juan, 15:16)

Por lo tanto, si el fruto del justo es árbol de vida,  y el que gana almas es sabio, (Prov. 11:30)  debemos considerar que hemos sido llamados (plantados) por el Señor para dar a conocer al único que  es el camino, y la verdad y la vida.  Y no para otra cosa.  Así de simple.

 

¿Podrías pensar en ello?

 

 

 

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