Dirigidos por el Señor.

 

 

Leyendo lo que a continuación transcribo, no tuve mas remedio que pararme a pensar, que a menudo, hacemos todo lo contrario de lo que desea el Señor:

Josué se levanto de mañana, y él y todos los hijos de Israel partieron de Sitim y vinieron hasta el Jordán, y reposaron allí antes de pasarlo.
Y después de tres días, los oficiales recorrieron el campamento, y mandaron al pueblo, diciendo: cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella, a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Pero entre vosotros y ella haya distancia como dos mil codos; no os acercaréis a ella.
Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará maravillas entre vosotros.
(Josué, 3:1-4)

Y es que, como deseamos ir a lugares desconocidos para nosotros, aunque sea en nuestra propia ciudad, donde La Palabra de Dios aún no ha sido predicada, no esperamos a que el Señor nos muestre el camino a seguir, sino que emprendemos la marcha creyendo que Él viene con nosotros, cuando deberíamos esperar a que Él, yendo por delante, nos abriera el camino a seguir.

Para que como los israelitas, que guiados por el arca del pacto, (la presencia de Dios) podamos también ver, al igual que ellos vieron, las maravillas y milagros de nuestro Dios y Señor.

 

¿Podrías pensar en ello? 

 

 

 

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