Recientemente y debido a la gran crisis económica, que sacude a muchos países e individuos, se ha producido un descalabro económico generalizado, llevando a la ruina o a grandes problemas económicos, a instituciones nacionales e internacionales de notable solvencia, y a particulares que confiados en esa solvencia, invirtieron sus ahorros en ellas, esperando conseguir pingües beneficios.
Todo lo contrario de lo que enseña la Palabra de Dios:
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mateo, 6:19-21)
Y a pesar de lo que enseña La Palabra de Dios, una de las frases más repetidas hace unos pocos años, incluso por los que conocían La Palabra, era que “había que invertir” para obtener beneficios, ya fuera en participaciones de empresas, en bienes raíces o en lo que fuera; la cuestión era esa: invertir.
Y al echar un vistazo al diccionario, como solemos hacer, este nos dice que: Invertir, (en caso de tiempo) significa ocupar un periodo de tiempo en algo concreto; y en caso de capitales, emplearlos o colocarlos en aplicaciones productivas en donde se cree que se puede obtener beneficios o ganancias.
Así que, dejando el diccionario a un lado porque ya sabemos más o menos el significado de invertir, vamos a tomar la Biblia para ver qué soluciones encontramos los que creemos en lo que en ella se expone, para no vernos atrapados por “crisis alguna” ya sea moral o económica, o si lo estamos zafarnos de ella.
Según La Palabra de Dios, Jesús comenzó su ministerio emplazando a las gentes al arrepentimiento y a creer en el evangelio, porque el reino de Dios se había acercado:
El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.(Marcos, 1:14-15)
Jesús como buen conocedor del tema, sabía muy bien en qué y cómo invertía la gente su tiempo y su dinero. De ahí que proclamara el arrepentimiento.
A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. (Isaías, 55:1-5)
Advirtiendo que era mejor y más conveniente invertir en el reino de los cielos, ya que las inversiones en los asuntos terrenales algún día finalizarían, al tener que antes o después, tener que rendir cuentas ante Dios:
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.
Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. (Lucas, 12:16-21)
Enseñó Jesús, que los que se arrepintieran, no debían preocuparse, de las necesidades cotidianas, si no que se buscase en primer lugar el reino de Dios y su justicia e invirtieran en él, para que esas necesidades fueran suplidas; el Señor se encargaría del asunto. Era (y es) por lo tanto una cuestión de fe. (Mateo, 6:31-34)
También enseñó, que para ver (encontrar) y entrar (disfrutar) del reino, se debía nacer de nuevo. Es decir ver las cosas desde una nueva y diferente perspectiva a la que se estaba acostumbrado ya que el reino era (y es) espiritual. (Juan, 3:1-5)
Reino de fácil acceso si es que se hacía (y se hace) la voluntad del Padre, (Mateo, 7:21) ya que cuando se topa con él, sin dudarlo ni un instante, (el que lo halla) se deshace de todo aquello material que lo ata, para invertir gozoso, todo lo que posee en dicho reino. (Mateo, 13:44-46)
Y que una vez en el reino, se debe tomar la justicia del Soberano Dios, como objetivo a cumplir, que como todo reino se rige por leyes, estatutos y ordenanzas, pero que en este caso son justas. [versi]3 18:4-5[/versi]
Exigiéndose a los súbditos del reino en primer lugar y como característica principal, el volverse sencillos y confiados como niños. Tratando a los demás como superiores a uno mismo. Entendiendo además que se tiene la más perfecta y completa guía (la Biblia) para saber y conocer en cada momento y ante cualquier situación el comportamiento que se requiere de todos y de cada uno de los ciudadanos del reino de los cielos. (2ª Tim. 3:16-17)
Y que al ser un reino espiritual, (Juan, 18:36) todo aquello que no provenga del espíritu, no puede ser invertido en el reino. (Roma. 8:5) Por lo tanto, no se puede invertir en el reino, si el anhelo del corazón está por lo material. (1ª Juan, 2:15-17)
Al igual que tampoco se puede invertir, si no se es capaz de mantenerse firme en quien se ha creído, dejándose arrastrar por una serie de comportamientos que en el reino de Dios, no tienen cabida alguna. (Gal. 5:19-21) (Efesios, 5:1-5) (1ª Cor. 6:9-10)
Pudiendo Invertir en el reino, todo aquel perdona, respeta, comprende, acepta, tolera, y no juzga, porque el reino de Dios, es paz y gozo en el Espíritu Santo, asistido por la justicia y el poder de Dios. (Lucas, 6:36-38)
Invertir en el reino es dejarse guiar y enseñar por el Espíritu Santo. (Juan, 14:26) Es estar (poner) al servicio de Dios a tiempo y a destiempo, todo el talento y habilidades que se posean, (2ª Tim. 4:1-2) al igual que si fuere necesario lo que de Dios (bienes) hemos recibido. (Hebreos, 10:34)
Invertir en el reino, es invertir en Cristo, que es creer lo que Él enseñó y aún enseña, porque él fue el responsable de dar a conocer el reino y traérnoslo. (Lucas, 11:20)
Porque al igual que al principio, cuándo el Señor comenzó su ministerio, gastamos nuestro tiempo en lo que no edifica, e invertimos nuestro dinero en lo que no sacia, porque nunca se tiene el (dinero) suficiente; baste como muestra las fortunas inmensas que algunos poseen, (y que muchos quisieran poseer) y que intentan incrementar con cualquier tipo de negocio sin importarles su legalidad; estando además esclavizados por todo tipo de adicciones e inmoralidades, que les (nos) puede llevar y de hecho lleva a la muerte física y espiritual.
Así que los que hemos creído en el evangelio, los que hemos creído en Jesucristo, debemos tener muy en cuenta las palabras que el Espíritu Santo le inspiró al apóstol Pedro, para que al haber invertido en el reino tengamos la seguridad de nuestra entrada en él:
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. (2ª Pedro, 1:1-11)
Y aún podríamos añadir muchas más cosas con las cuales se puede invertir en el reino, pero preferimos que sea el Señor, el que indique que cosas se deben poner a sus pies, para invertir convenientemente en el Reino de Dios.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Ciertamente amado, pero se te olvidó poner quién tiene la solución a éste problema:
«Sí mi PUEBLO en el cual mi Nombre es invocado se HUMILLARE, ORARE, BUSCARE MI ROSTRO Y SE CONVIRTIERE DE SUS MALOS CAMINOS, entonces Yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra».
Vosotros, como pueblo de Dios tienen que reconocer que está hablando de vosotros y que el es Fiel a su promesa. Hasta cuándo escucharán y obedecerán y traerán la solución a su país?
Santiago Lastra M
Estimado pastor Antonio, un fuerte abrazo desde Cuba. Muchas iglesias prósperas y ricas no se acuerdan de iglesias pobres y menos prósperas; este era un principio del apóstol Pablo cuando recogía ofrendas para las iglesias de Asia e instaba a los gálatas y a los romanos y recogía la ayuda económica para los hermanos más necesitados; sabemos que hoy en día es difícil porque hay que pagar agua, impuestos electricidad, los gastos del hogar, la familia, estudios etc. etc. etc. y casi nos parece imposible diezmar, ofrendar, y ayudar a los demás con nuestro tiempo y nuestro dinero, pero Dios bendice al dador alegre, y cuando damos a los demás de todo lo que Dios mismo nos da, sobreabundamos en gracia, paz, amor y sabiduría en tiempo y finanzas para seguir ayudando a los mas desposeídos.
Muchos evangelistas, maestros y pastores, viven en lujosas mansiones y conducen lujosos autos, olvidando estos principios bíblicos.
Nosotros haremos todo lo contrario, que la gloria sea para Dios.