Meditando detenidamente sobre las condiciones que debe reunir toda aquella persona que desee dedicar su vida al Señor, se puede encontrar un cierto paralelismo entre esas condiciones y el fruto del Espíritu detallado en (Gálatas 5:22-24) es decir, no se puede estar al servicio del Señor de una manera eficaz si no se ha nacido de nuevo.
Como si el fruto del Espíritu, tuviera que manifestarse con toda claridad, en todos aquellos que anhelan estar al servicio de Dios.
La realidad es que verdaderamente, el fruto del Espíritu en nosotros, nos capacita adecuadamente, para ejercer como obreros del Señor, llegando a obtener por medio del fruto del Espíritu, todos y cada uno de los requisitos necesarios que demanda el Señor, para todo aquel que desee estar a su servicio.
En la 1ª epístola que el apóstol Pablo dirige a Timoteo, encontramos una serie de estos requisitos (aparte de la preparación doctrinal) que deben reunir todos aquellos que anhelen trabajar para el Señor.
Palabra fiel: Si alguno anhela obispado buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible,no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) (1 Timoteo 3:1-5; 3:12)
Y probablemente, uno de los requisitos más necesarios para todos aquellos que anhelen el ministerio es: que gobiernen bien su casa y que tengan a sus hijos en sujeción con toda honestidad.
Gobernar bien la propia casa, es una garantía, para poder cuidar de la iglesia de Dios.
Si tenemos en cuenta que, gobernar, (aunque parezca duro) significa: mandar, guiar y dirigir, (entre otras cosas) tomando decisiones con autoridad, se desprende que todos los demás requisitos se asientan en este.
Sin duda alguna, solo existen dos formas de gobernar: o se gobierna bien, o se gobierna mal; no hay termino medio. Gobernar bien no significa hacer las cosas a gusto de todos, si no hacerlas para el bien de todos, y siempre bajo las directrices de la palabra de Dios, aunque ello nos pueda causar en ocasiones, dificultades e incomprensión. Gobernar mal, significa todo lo contrario.
Dentro del gobierno de una casa, la sujeción de los hijos a los padres, es una actitud a tener muy en cuenta, ya que tener a los hijos en sujeción, y con toda honestidad (no a la fuerza) es algo muy difícil en pleno siglo veintiuno; tiempos en que la máxima es: vive y deja vivir; es decir, mi vida es mía, y hago de ella lo que me place sin importarle a nadie. Pero al existir el principio bíblico de estar bajo autoridad, (Mateo 8:5-9) nuestros hijos se nos sujetarán de buen grado, al ver que sus padres también están sujetos en todo, al Señor Jesucristo.
Porque, no se puede pedir que se nos sujeten, sin estar antes nosotros, debidamente sujetos, a la autoridad divina.
Así que, si somos capaces de gobernar bien nuestras casas y tener a nuestros hijos en sujeción con honestidad, no a la fuerza, si no voluntariamente, será una clara e inequívoca señal, de que también seremos capaces de gobernar adecuadamente la casa de Dios, que es Su iglesia, y que los santificados por Él, se nos sujetarán en amor, al ver nuestra total dependencia y sujeción al Creador y Sustentador del universo.
A la vez que, se manifestarán en nosotros por medio del Espíritu Santo el resto de los requisitos que también son necesarios, para dedicar nuestra vida al servicio del Señor.
Así que si alguno anhela trabajar para el Señor, buena obra desea. Pero es necesario. . . . . . . además de todos los títulos académicos o universitarios que podamos aportar, ceñirnos a la Palabra de Dios en cuanto a los requisitos que debemos reunir, y que son necesarios e imprescindibles; así se evitaría en muchas ocasiones, caer en descrédito y en lazo del diablo.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
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