La amistad con el mundo,

 

 

 

¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. (Santiago, 4:4)

Algunos creyentes, están convencidos de que todas sus actividades “en el mundo” no le pueden entorpecer su relación con el Señor; piensan ellos, que podrán salir airosos en cualquier situación, “ya que el Señor está con ellos”.

Son los amigos del mundo.

Pero la amistad, es un efecto personal y recíproco que nace y se fortalece con el trato; olvidando que al tener amistad con el mundo, nos enemistamos con Dios.

No se debería tener ningún tipo de amistad con el mundo, no sea que, poco a poco, sutilmente, y sin darnos cuenta, nos vayamos alejando del Señor.

Tal vez sea lo correcto, mantener algún tipo de relación con el mundo, no amistad, para poder con nuestro testimonio y la Palabra de Dios, darle a conocer a nuestro Señor Jesucristo.

Teniendo siempre en cuenta, que son ellos, (el mundo) los que se tienen que convertir a nosotros (a Jesús) y no nosotros a ellos. (Jeremías, 15:19)

 

 

¿Podrías pensar en ello? 

 

 

 

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