En varias ocasiones me han escrito preguntándome o más bien, queriendo saber mi opinión sobre alguna dudosa (según ellos) enseñanza o sobre alguna inusitada o inusual (también según ellos) experiencia espiritual.
Las preguntas más recientes que me han formulado, provenían una de Cuba y otra de Italia. La primera de ellas se trataba sobre un punto doctrinal que lleva enfrentando a defensores y detractores del mismo, durante cientos de años, y la otra, sobre una especie de “zapateado” aderezado con una serie de contorsiones supuestamente espirituales, que llevaron a cabo algunos miembros de la congregación a la que suele asistir el preguntante, durante un culto dominical.
Y tanto a los unos como a los otros, mi respuesta ha sido siempre remitirles a Las Escrituras, porque lo que realmente importa y vale, es la opinión del Señor y no la de los hombres, por muchos doctorados, títulos o experiencia que se posea. Aunque a muchos les interesa más la opinión de los hombres que la de Dios.
Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas.
Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.
Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos estos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas.
Pero obtenida fianza de Jasón y de los demás, los soltaron.
Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres. (Hechos, 17:1-12)
Creo que con la porción de La Palabra transcrita y sobre todo la resaltada en negrita, sería más que suficiente para dar cumplida respuesta a todos aquellos que dudan sobre lo que oyen y ven en sus respectivas congregaciones o en otros eventos, sean del tipo que sean.
Porque una de las características que debemos poseer los creyentes debe ser la nobleza, al igual que los de Berea; que no es ni más ni menos, que actuar de buena fe, sin ninguna maldad o doble intención al escudriñar las Escrituras para ver si todo aquello que nos dicen o enseñan, al igual que las manifestaciones que se ven, provienen de Dios. Porque todo lo que de Dios proviene está reflejado en Su Palabra.
Aunque también nos podremos encontrar y de hecho nos encontraremos, con algunos que manipulando o torciendo La Palabra de Dios, aunque no sé si voluntaria o involuntariamente, manipularán las mentes y los corazones de todos aquellos que cegados les siguen. Pero ya sea que voluntaria o involuntariamente, cegados o no, el Señor a través de Su Palabra nos advierte de ello:
Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.
Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. (2ª Pedro, 3:15-18)
Solo las Escrituras tienen todas las respuestas a todas nuestras dudas e inquietudes. Porque (según lo expuesto más arriba) si a los de Berea no les causó ningún problema el cotejar la predicación de san Pablo, apóstol de Jesucristo, con las Escrituras, para cerciorarse de que las cosa que enseñaba eran tal cual a La Palabra de Dios, ¿Por qué a nosotros nos cuesta tanto hacer lo mismo?
¿Será porque no tenemos aún muy claro eso de que, el que es de Dios, las palabras de Dios oye? (Juan, 8:47)
La verdad, es que no lo sé.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Buenos días mi amado hermano, Dios siempre lo bendiga y a su familia por ser tan especial, no sabe el bien que me hacen sus escritos, y mi gozo es aún mayor cuando no solo me edifica sino que coincidimos mucho, gracias y muchas gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de conocerlo y ponerlo en mis caminos, y desato sobre usted en el nombre de Jesús lluvias de bendiciones y que Dios cada día de su vida le de sabiduría divina y revelación de su palabra para que pueda seguir haciendo crecer su cosecha aquí en la tierra, de verdad estoy muy contenta.
Un cordial saludo para su esposa hijos y nietos, un cariñoso saludo de mi parte para usted.
Dios lo bendiga siempre.
Muy bueno el artículo, ese es uno de mis pasajes favoritos, creo que hablaré de eso a la iglesia este domingo, abrazos desde Cuba.
Pastor Rene
MUY CLARIFICANTE COMO SIEMPRE QUERIDO PASTOR. QUE EL SEÑOR LOS SIGA BENDICIENDO A TI, FAMILIA Y CONGREGACIÓN RECUERDOS CARIÑOSOS!!