Recibí un correo de un joven amigo y hermano en Jesucristo diciéndome (entre otras cosas) que le habían invitado a participar en una reunión de jóvenes para que desarrollara el siguiente tema: La adoración que hace descender la gloria de Dios; basándose en 1ª de Reyes, 8:10-11:
Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.
Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.
Y como me picó la curiosidad, una vez leídos ambos versículos, comencé a interesarme por tan interesante tema, haciéndome la siguiente pregunta: ¿Puede la adoración hacer descender la gloria de Dios? Viniéndome al instante a la cabeza la charla que mantuvo el Señor Jesucristo con la mujer samaritana en el pozo de Jacob, porque tal vez el Señor se refiriera a esto cuando le dijo a la mujer que el Padre andaba buscando verdaderos adoradores, quizá… ¿Para hacer descender su Gloria? Y si esto fuera así, ¿Quién puede ser o es, un verdadero adorador?
Esta es parte de la conversación entre Jesús y la samaritana:
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren . (Juan, 4:20-24)
Y a pesar de que por todos es conocido el significado del verbo adorar, sería bueno recordar que el principio de la adoración, refiriéndonos a personas, es tener a alguien por encima de todo lo demás, como lo más importante de nuestra vida; de tal manera que se sea capaz, llegado el caso, de hacer cualquier cosa incluso dejarlo todo, para estar a su lado y/o hacer su voluntad. Ese es el principio de la adoración.
Una vez hecha esta puntualización, seguimos adelante con lo que nos dice La Palabra de Dios sobre la adoración verdadera, porque a pesar de haberlo leído en muchas ocasiones, se suele pasar por alto al dejarnos influir por las opiniones y experiencias de personas bienintencionadas, pero que no es la opinión del Señor, según Las Sagradas Escrituras.
Leyendo los capítulos 6, 7 y 8, hasta el verso 11, de 1ª de Reyes, y los capítulos 3, 4, 5, de 2ª de Crónicas, y en particular los versos del 11 al 14 del capítulo cinco, comprobaremos que la Gloria de Dios realmente desciende; y descendió (en esta ocasión) de manera tan clara y palpable, que les fue imposible a los sacerdotes ministrar.
Y descendió, porque según las porciones de La Palabra citadas, se hicieron las cosas a la manera de Dios, tal y como el Señor lo había mandado y no solo porque los sacerdotes y levitas cantaban y tocaban instrumentos de música, sino porque con anterioridad, siguiendo las instrucciones del Señor, con el diseño y los materiales que este le mostró al rey David, se construyó el Templo, y no solo el Templo, sino también los utensilios para el servicio del mismo, al igual que su organización. [versi]13 28:10-21[/versi]
Entendiendo, al ir leyendo, y meditando en lo leído, que la adoración parecer ser que sea el resultado de la obediencia. Mejor dicho que la adoración no es algo que sucede en cierto lugar o en cierto momento, sino que es un estilo de vida, al hacer las cosas a la manera de Dios.
Y al seguir meditando y leyendo, en el capítulo 40 de Éxodo, en el que se relata cómo, se erigió el tabernáculo de reunión, encontramos repetida hasta en ocho ocasiones, la siguiente frase: Como Jehová había mandado a Moisés. Porque fue también el Señor quien diseñó el tabernáculo, y quien escogió los materiales para su confección; y quien también escogió y capacitó, a las personas que lo confeccionaron.
Siendo este el resultado al hacer las cosas, a la manera de Dios:
Finalmente erigió el atrio alrededor del tabernáculo y del altar, y puso la cortina a la entrada del atrio. Así acabó Moisés la obra.
Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.
Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba. (Éxodo, 40:33-35)
Así que cada vez, estoy más convencido que para que la gloria de Dios se manifieste, se deben hacer las cosas, a la manera de Dios, tanto a nivel personal, como colectiva o corporativa; en pocas palabras, siguiendo las instrucciones de Dios, instrucciones plasmadas en su Palabra, y no precisamente ni exclusivamente, con cantos y música u otro tipo de manifestaciones, aunque estas, la música y los cantos, sin dejar aquellas, si lo dispone el Señor también pueden ayudar.
Por esto mismo el Señor le dijo a la mujer samaritana, que el Padre buscaba verdaderos adoradores, que adoren en espíritu y en verdad. Personas dispuestas a dejarlo todo por Él, a esperar que Él tome la iniciativa, y que se haga su voluntad sin ningún tipo de añadidura, porque parece ser, que la verdadera adoración es el resultado de la obediencia a Dios.
Porque no puede ser un adorador en espíritu y verdad, quien no se ajuste, a las enseñanzas y normas establecidas por el Señor y, tales adoradores no abundan mucho, sin embargo, parece ser, que no hay otra adoración que sea aceptable a Dios.
Y cuando el Señor se siente bien, porque se hace lo por él establecido, esto es lo que ocurre:
Y llevaron lo que mandó Moisés delante del tabernáculo de reunión, y vino toda la congregación y se puso delante de Jehová.
Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó Jehová; hacedlo, y la gloria de Jehová se os aparecerá. (Lev. 9:5-6)
Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros.(Lev. 9:23-24)
Y podríamos seguir añadiendo versículos y más versículos, pero con la muestra es más que suficiente para entender que un verdadero adorador, no es el que se emociona al oír un bonito mensaje o una bella melodía, sino todo aquel que al hacer la voluntad del Señor, lo que el Señor ha establecido en su Palabra, tiene un estilo de vida diferente a la que tenía con anterioridad a ser “tocado por Él”. Estilo de vida que honra a Dios.
Así que la adoración verdadera, no es la que nos hace sentirnos bien, sino la que hace sentirse bien a Dios.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. (Mateo, 6:10)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Estoy leyendo la reflexión acerca de la verdadera Adoración y me gustaría que otros tantos cristianos la leyeran, para que pudieran entender el verdadero significado de la Adoración.
Amén.
Me ha gustado mucho este artículo. Espero poder obedecer al Señor como Él se merece.
Hermano siempre es una bendición el leer sus artículos, oro porque Dios les siga dando sabiduría, seguimos orando por España, porque las almas conozcan del Señor, BENDICIONES.
Hermano y consiervo me da gusto recibir este mensaje y lo recibo de parte de Dios, pues en estos días me hacía la pregunta si verdaderamente yo estaba adorando a Dios en medio de tanta diversidad de pensamientos,credos,teologías y de muchas formas y maneras de adorar y creerle a Dios.
Esto no es un trabalenguas sino que en el ministerio en que me estoy desenvolviendo tiene estas características, pues son hermanos de todas las denominaciones y que son diferentes en todos los aspecto en cuanto a la adoración, esto no me preocupaba, pero si me preguntaba si yo estaba adorando según la voluntad de Dios.
Gracias a este mensaje pude reaccionar y comprender que lo importante es entender que lo que yo estoy haciendo está dentro de la voluntad de Dios según su palabra. Así que muchas bendiciones.
Gracias por el artículo y muchas bendiciones. Seamos fieles hasta la muerta y Él nos dará la corona de la vida.
Lázaro