La Raíz de todos los males.

Se menciona en algunos de los libros de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el vocablo raíz; término utilizado para dar a conocer el origen de algunos comportamientos; adecuados unos, e inadecuados otros según La Palabra de Dios, he aquí un par de ejemplos:

El hombre no se afirmará por medio de la impiedad; Mas la raíz de los justos no será removida. (Prov. 12:3)

Mas si no oyeren, arrancaré esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola, dice Jehová. (Jer. 12:17)

Palabra esta utilizada tanto por los profetas de la antigüedad, como por los apóstoles de Jesús, incluso por el mismo Señor Jesús para exhortar a hacer el bien.

Y aunque de todos es conocida la función de la raíz o raíces, quizá valga la pena hacer una breve reseña para refrescar nuestra memoria, y para ello a pesar de que todas las plantas tienen raíces (salvo excepciones) utilizaremos como ejemplo al árbol, que es el vegetal más sufrido y por todos conocido:

El árbol está compuesto por sus raíces, su tronco o fuste, su copa, ramas, flores y frutos.

Las raíces constituyen la parte que penetra en el suelo y su función es fundamental en la alimentación del árbol, ya que absorben el agua y los nutrientes minerales desde bajo tierra, a la vez que anclan al árbol en su lugar.

Bien, esa es la función de la raíz. Función que hace que un árbol se alimente, crezca, de fruto y se mantenga firme.

Pero vamos a seguir diseccionando al árbol, para entender que sin raíces todo árbol o planta muere irremediablemente.

El tronco o fuste se ubica entre la raíz y la copa. Está compuesto de millones de células leñosas que forman fibras, radios y vasos, cada uno de los cuales desempeña funciones como las de sostén, conducción y almacenamiento de nutrientes de reserva.

El fuste sostiene la copa del árbol y conduce agua, nutrientes minerales y hormonas hacia ella y hacia las raíces. Además, almacena grandes cantidades de carbohidratos de reserva.

La copa del árbol es el conjunto de ramas y hojas que conforman su parte superior. A través de sus hojas, los árboles separan y elaboran sustancias alimenticias mediante el proceso de la fotosíntesis.

Las flores son un conjunto de hojas fértiles y estériles modificadas, que forman la estructura reproductora junto con los frutos, que constituyen la parte de la flor en cuyo interior se encuentran encerradas las semillas que se desarrollarán para que nazca un nuevo árbol.

De ahí que Juan el Bautista dijera y muy claro por cierto, que: El hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. (Mateo, 3:10)

Dando a entender por medio de esta alegoría que se refería a los hombres. Porque se supone que todo hombre que ha conocido al Señor, llegado el momento debe dar el fruto esperado, si es que esta cimentado en La Palabra de Dios. (Juan 15:1-8)

Y debido a que a veces el fruto esperado tarda, debido a “problemas de raíz”, en la epístola a los Hebreos, se recomienda que se preste atención por si algún brote o raíz de amargura fuera el responsable, no solo de la tardanza sino de la contaminación espiritual, que produce que no se dé el tan esperado fruto, con el resultado de sequedad y muerte espiritual. (Hebreos, 12:15-17)

Al igual que Moisés alertó a los israelitas que tuvieran en cuenta en no caer en la idolatría, debido también que puede brotar una raíz similar a la mencionada anteriormente, (Hiel y ajenjo) que conduce también al mismo fin. (Deut. 29: 16-20)

Aunque hay una raíz que para el apóstol Pablo es la más dañina de todas, al considerarla la raíz de todos los males:

Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1ª Tim. 6: 6-10)

Es tan dañina esta raíz, que el mismo Señor Jesús dejó dicho que no se podía servir a Dios y las riquezas, porque es imposible a la vez, amar a Dios y al dinero (las riquezas). (Mateo, 6:24)

Y lo dijo con conocimiento de causa, porque sabía quién estaba y aún está detrás de las riquezas que en este mundo tanto se anhelan; así que vamos a recordarlo:

Cuando Jesús después de haber estado ayunando durante cuarenta días, fue tentado por el mismo diablo en persona, y al fracasar en su primer intento, (según Lucas) le mostró el diablo a Jesús como propietario que era, todos los reinos del mundo y su gloria (sus riquezas) ofreciéndoselos, con la condición que postrado le adorase; tentación en la que tampoco cayó Jesús, al rechazar el ofrecimiento; recordándole a Satanás, que sólo a Dios hay que adorar y servir. (Lucas, 4:5-8)

Por lo tanto, tomando al pié de la letra que la raíz de todos los males es el amor al dinero, y añadiendo lo expuesto de La Palabra de Dios, podemos entender que el motivo de la máxima por la cual Pablo previno a Timoteo y por ende a todos nosotros, (por ser palabra revelada del Señor) que detrás de ese amor (al dinero) está nuestro adversario el diablo; él es el que nutre esa raíz para que el hombre sea contaminado con todo tipo de avaricias y deseos y se aleje de Dios.

Por eso mismo Jesús da a las riquezas el tratamiento de”señor”, ya que ello conlleva a estar al servicio de alguien que es el dueño de una cosa, o que tiene poder o dominio sobre ella, especialmente si se trata de tierras o bienes, y en este caso en concreto, a quien ya sabemos. (Juan 14:30)

De ahí que Satanás, procure ir directamente al corazón del hombre, (Hechos, 5:1-3)  del que podríamos decir que es su raíz, porque de su corazón mana la vida. (Prov. 4:23).

El amor al dinero, se crea o no se crea, implica deseo de poseerlo o tenerlo en abundancia y lleva para conseguirlo, a saltarse la gran mayoría de los mandamientos del Señor y rendirle pleitesía al diablo; apoyándonos en esta afirmación por lo expuesto en la epístola de Santiago (Santiago. 5:1:6) y en lo que dijo el Señor Jesús cuando se le acercó cierto joven que tenía muchos bienes. (Marcos, 10:17-25)

Así que para librarnos de la raíz de todos los males, sería bueno seguir la recomendación del mejor técnico en la materia para “arrancarla de raíz”:

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mateo, 6:19-21)

No sirviendo como excusa el deseo de tener (riquezas) para compartir, como algunos lo publican a viva voz. Porque si en lo poco no somos fieles ¿Vamos a serlo en lo mucho?

Así que vale la pena echarle una mirada a lo que nos dice el profeta Habacuc y meditar en ello:

Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.(Habacuc, 3:17-18)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.