En el primer capítulo del libro de Daniel, encontramos el relato de lo sucedido a cuatro adolescentes judíos, que como botín de guerra se llevaron a la corte de Babilonia, intentado al cambiarles su nombre, asimilarles a su cultura y a sus dioses…
… Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Belsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego. (Daniel, 1:3-7)
Pero, al haber sido instruidos desde su niñez en los mandamientos (Deut. 6:4-9) del verdadero Dios, Daniel, pidió (en nombre de todos) que no los obligasen a comer alimentos vetados para ellos. Actitud que, al agradar a Dios, motivó al oficial al cargo de ellos, aunque temeroso, a aceptarla.
Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos; y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza. (Daniel, 1:8-10)
Y como casi todos conocemos como termino el asunto, (Daniel, 1:10-21) concluimos diciendo que la actitud de estos jóvenes se define, como integridad, sustantivo este, que debería ser más conocido por todos aquellos que esperamos en el Señor.
Pero, ¿Qué es la integridad?
Pues en pocas palabras, la integridad, es un valor y una cualidad de quien tiene entereza, rectitud y honradez en la conducta y en el comportamiento. En general, una persona íntegra es alguien en quien se puede confiar. Es, además, el comportamiento de todo creyente para hacer lo que debe hacer, de acuerdo a lo que Dios manda o establece. Porque el que camina en integridad, además de andar confiado, morará en la presencia del Señor. (Salmos, 15:1-2)
Ya que, el que en integridad camina, será salvo. (Prov. 28:18)
Amén!! Tarea difícil, pero necesaria para agradar a nuestro Señor!!