¿Señor, quién ha creído a nuestro anuncio?
Hasta en tres ocasiones encontramos esta pregunta en las Sagradas Escrituras, la primera de ellas en Isaías, 53:1. La segunda, en el evangelio de Juan, (Juan, 12:38) y la última en la carta a los Romanos. (Romanos, 10:16)
Pregunta que parafraseándola, podría llegar a ser: ¿Señor, de todos los que le hemos hablado de ti, quien se mantiene firme?
Y debido a esta pregunta, aunque estoy seguro que todos conocemos lo que es un anuncio, sería bueno que hablásemos un poco de ello.
Así que empezamos.
Un anuncio (como todos sabemos) es un mensaje destinado a dar a conocer un producto, evento, acontecimiento o similar a la ciudadanía en general.
El anuncio sólo se realizará cuando una vez vista y entendida la necesidad o demanda del público, se llegue a conseguir, (podríamos decir) el producto demandado. Y para ello desde hace ya algunos años, existe una técnica (marketing) que estudia las necesidades, deseos y gustos de los consumidores, intentando ofrecerles el producto o servicio que demandan.
Una vez logrado el producto o el servicio deseado, se da a conocer a través de un anuncio de manera generalizada y a gran escala las bondades de dicho producto o servicio, para que el mayor número de personas lo adquieran o lo utilicen. Que en definitiva esta es la función de un anuncio.
La aceptación de un producto se valora por el incremento de la demanda del mismo.
¿A qué se parece mucho, todo lo mencionado a la forma de obrar del Señor? ¿No será que lo han copiado de Él?
Porque el Señor, primero ve la necesidad, después la estudia, (aunque la sabe de antemano) para finalmente ofrecer la solución. Y el resultado para todo aquel que crea en la Palabra de Dios, es asombroso.
Uno de los eventos más importantes acontecidos en la historia de la humanidad, lo iba dando a conocer nuestro Señor Jesucristo. Yendo de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, anunciando que el Reino de Dios se había acercado.
Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuera de ellos. Pero Él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado. (Lucas, 4:42-43)
Existen dos maneras para poder llegar a ofrecer de parte de Dios, lo que la humanidad necesita: Que vea Dios la carencia o la necesidad de las gentes sin que se demande, o que se busque y se pida (de parte de los hombres) solución a su necesidad sin poder o saber como hallarla.
En este caso el Señor vio la necesidad de las gentes. Andaban perdidos buscado llenar el vacío que había en sus vidas, sin saber exactamente como hacerlo, al haber perdido su relación con Él, y haberle sustituido con un sinfín de ritos, liturgias y cosas semejantes. (Mateo, 15:8-9)
Así que Dios decidió dar a conocer la solución correcta tanto a los que la deseaban como a los que no la deseaban, por medio de un anuncio. El Reino de Dios se había acercado.
Dejando muy claro la importancia de anunciar el evangelio, porque: Nadie puede creer en algo que no conoce.
Se trataba (y se trata) de dar a conocer a las gentes, que la forma en que vivían no agradaba a Dios, y Él, por amor a su creación estaba enviándoles, (enviándonos) el medio de poder agradarle y dejar el pecado. Utilizando la mejor forma posible, para tratar de convencer al mayor número de personas, al enviar a su propio hijo como garantía de que lo que se anunciaba, provenía de Él. (Gál. 4:4)
Debido a esto el Señor pasó la mayor parte de su ministerio terrenal, anunciando a todo el que quería oírle, que el Reino de Dios se había acercado, acompañando sus palabras, con maravillas, señales y prodigios. Además de enseñar y preparar a un puñado de hombres, para que siguieran una vez que él no estuviera, con tan importante labor. (Lucas, 9:1-6)
Así que, una vez resucitado y antes de ascender a los cielos, Jesús el Señor, urgió a sus discípulos a anunciar el Evangelio del Reino. (Marcos, 16:15)
Entonces como discípulos de Jesucristo podríamos hacernos la misma pregunta: ¿Señor, quien ha creído a nuestro anuncio?
Porque en verdad, a todos nos gusta conocer cuantos, o mejor dicho quienes, han creído en el evangelio que anunciaba en un principio Jesús, y que aún siguen anunciándolo multitud de hombres y mujeres, que dan testimonio de su resultado.
Ya que muchos (miles) que aseguran haber creído en el anuncio no le sacan ningún beneficio, al no aplicárselo a sus vidas.(Efesios, 5:1:5) Porque si se cree en la bondad de un producto anunciado, en este caso el evangelio de Jesucristo, se deberían seguir sus instrucciones al pié de la letra para poder beneficiarse de él, porque de eso se trata, ¿no? (Lucas, 11:28)
Y debido a que el anuncio en si, expone el plan de salvación de Dios para todo aquel que en el crea, al arrepentirse y aceptar a Jesús como su Salvador y Señor, necesariamente todo debe cambiar para el que lo haga, y al seguir al pié de la letra, las instrucciones (enseñanzas) impartidas por Él, verá el resultado de manera fehaciente. (Hechos, 4:13)
Porque el creer implica compromiso, y el compromiso conduce a la acción, y la acción afirma la fe en quien hemos creído. (Rom. 10:8-10)
Pero si se tiene conocimiento del evangelio, y no se siguen las instrucciones en él contenidas, desgraciadamente, de nada sirve decir que se cree en el anuncio, (1ª Juan, 2:4) debido a que el resultado será además de nulo, muy trágico. (Lucas, 12:47)
Que el Señor bendiga y guarde a todos aquellos, que al haber creído en el anuncio, siguen incansables proclamándolo alrededor de toda la tierra, tal y como lo decretó nuestro Señor Jesucristo.
…¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buena nuevas! (Romanos, 10: 15)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Lo bueno que el trabajo es anunciar, el Espiritu convencerá y al que escuchó le toca obedecer.
En verdad que hay mucha gente que se autodenomina cristiana, pero su testimonio deja mucho que desear.
Todos los que creen en el Evangelio, llevan una vida acorde con lo que creen. Las palabras sobran, los hechos cuentan.