¿Pastor….?

 

 

 

He sentido escribir un alegato en defensa, tanto de hombres como de mujeres, que pretendiéndolo o sin pretenderlo se han visto o se ven obligados por diversas circunstancia, a ejercer como pastores.

Personas que se sienten responsables, de otras personas ante Dios, y que desean con toda su capacidad intelectual y espiritual, ofrecerles lo mejor de ellos; para que conozcan plenamente al Señor que les rescató. Y que este les utilice al estar dispuestos a acatar su voluntad.

Hombres y mujeres, que después de ofrecerles a otros su mas preciado don, el Señor Jesucristo, han sido injustamente juzgadas, sentenciadas y condenadas, por los mismos que durante un tiempo les consideraron sus pastores.

Se que algunos lectores, quizá no estén de acuerdo con lo que lean aquí, porque se habrán visto decepcionados (por el pastor) en alguna ocasión; a estos les digo que yo también me he visto decepcionado, y tal vez he decepcionado, por esto quiero que tengan en cuenta lo que dice la Palabra de Dios al respecto:

Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para uso viles.  (2ª Tim. 2:20)

Conozco algunos casos que podría exponer, cosa que no voy a hacer. Pero si muy brevemente expondré lo ocurrido en un pasado no muy lejano a un matrimonio amigo, que sin considerarse pastores, viendo la necesidad de alguna gente, abrieron su corazón y su casa; dedicando su tiempo y sus medios, para presentar a Jesucristo a todos los que lo necesitaran. Necesidad que fue cubierta, pero que fue olvidada por algunos, tiempo después; levantándose críticas y falsas acusaciones, que causaron mucho dolor, y finalmente división. Pero gracias a Dios, mis amigos confiados en la Palabra del Señor, no tiraron la toalla y hoy aún siguen en la brecha, admirados y respetados incluso por los que mintiendo, intentaron desacreditarles. Que el Señor les bendiga y guarde. (Rom. 8:33-39)

Sin mas, y con el permiso de ustedes, les voy a confiar una pequeña parte de mi personal experiencia en este tema, que ni es para exaltarme ni para justificarme, sino para que nadie se sienta aludido, como a veces suele suceder.

Así que comienzo:

Hace ya muchos años, cuando conocí al Señor, aunque él ya me conocía con anterioridad (de esto me enteré después), quise saber mas de él, así que devoraba libros y mas libros, junto con la Biblia, para ver si podía llegar a saciar mi curiosidad, de saberlo todo sobre él.

Le hablé de esta inquietud a un pastor evangélico, diciéndome él que para saber mas de Jesús, debería prepararme (estudiar) para el pastorado, cosa que no entendía al principio y tampoco me gustó, porque lo que yo solo quería era saber mas de Jesucristo y de la Palabra de Dios, sin mas compromisos.

Así que pensé en seguir su recomendación, ya que por lo visto era la manera mas rápida y eficaz, para conseguir lo que pretendía. Pero con la firmeza de no adquirir ningún compromiso y menos obtener titulo o nombramiento alguno, ya que no me importaba. Lo que aprendiera sería solo para mi.

Al cabo de un par de años, toda mi familia y amigos sabían que era “evangelista” así es como conocen a los cristianos evangélicos, los que no los conocen ni conocen su significado. Al enterarse que también leía la Biblia, muchos me decían que ellos también tenían una en casa, pero que no la leían porque no la entendían.

Comenzaron entonces a preguntarme sobre alguno de los temas que les interesaban sobre la Palabra de Dios, y sin pretenderlo ni buscarlo, se formó un grupito de estudiantes de la Biblia en el salón de mi casa. Comenzando entonces, a llamarme pastor, cosa que me molestaba y contrariaba a la vez, ya que yo era otro estudiante mas de la Palabra, aunque un poco mas aventajado, al llevar mas tiempo que el resto en su estudio.

Y así me vi, insisto, sin buscarlo al frente de una pequeña congregación. Debido a esta situación, debía obligarme a estudiar mas la Sagrada Escritura, para poder responder o explicar lo mas acertadamente posible, lo que no llegaban a entender totalmente las personas que se añadían al grupo. La oración llegó a ser para mi diaria y obligatoria, debido a las situaciones y problemas que acompañaban a los que se añadían. Además cuando mas profundizábamos en las cosas espirituales, salían a la luz espontáneamente manifestaciones desconocidas para mi en aquellas fechas. Y debido a eso, mas estudio de la Palabra y mas oración; además de buscar el consejo de los que sabían mas que yo de todo esto, tan nuevo para mi.

Comprendí también, que si la Palabra de Dios era buena para mi, también sería buena para toda la gente que conocía y para la que aún no conocía; así que mas oración para que el Señor tocara vidas.

Comencé a ponerme en contacto con personas de mi mismo sentir, reuniéndonos para orar.

Y sin por mi parte desearlo, me veían como un pastor, aunque sin papeles, es decir, sin ningún tipo de documento que me acreditara como tal.

Se formó el grupo y con él los problemas. Según los que componían el grupo, ya no era solamente el estudiante aventajado, yo era el pastor, y muchos de ellos me pedían que cuando viera en ellos algo (en su comportamiento) que no estaba de acuerdo con la Palabra de Dios, con total libertad por mi parte, se lo hiciera saber, autorizándome a corregir esa actitud. Cosa que hice cuando lo estimé conveniente, con toda la dulzura de la que era capaz, pero que de poco me sirvió.

Comenzaron a verme como alguien que se metía donde nadie le llamaba, a juzgarme y a criticarme a mis espaldas, y aunque no lo hicieron muchos, eran los suficientes para hacer bueno el dicho de Pablo, de que un poco de levadura leuda toda la masa.  (1ª Cor. 5:6)

Debido a esta situación, algunos dejaron el grupo, yéndose a iglesias “legalmente constituidas” que dirigían pastores con licencia, cosa de lo que yo carecía. Hermanos estos, que estaban convencidos que yo, era un fuera de la ley; ley no escrita y establecida por ellos mismos, al no pertenecer a denominación alguna y por lo tanto no tener ningún tipo de acreditación.

Así que no tenía derecho ni a predicar el evangelio y menos a enseñarlo, y ya no digo a considerarme pastor, cosa que nunca pretendí. (Marcos, 9:38-40) 

Pero me sentía obligado a hablar de Jesús, (1ª Cor. 9:16) y nuevas personas se añadían al grupo, a pesar de la presión y de los anónimos que se enviaban a los nuevos conversos. Anónimos en los que me ponían «verde» y en que las palabras de amabilidad y respeto hacia mi no existían, sino todo lo contrario.

Anónimos emitidos por aquellos que durante un tiempo me consideraron su pastor, sin yo haberlo pretendido nunca. Olvidando todo el apoyo que se les prestó. Dedicándoles en ocasiones mas tiempo a ellos que a mi esposa e hijos; Dedicando incluso parte de nuestros ahorros, para bendecirlos y ayudarles económicamente. Recibiendo en pago de todo esto el beso de Judas.

Llegando a estar tentados a dejar la obra de Dios, debido al desánimo que nos causó, al saber que detrás de todo esto, se encontraba un hermano, al que recibimos de todo corazón en nuestra casa.

Pero el Señor nos fortaleció, y seguimos adelante con el resto que quedó.

Al tiempo, otros nuevos contratiempos surgieron,(los mismos) generalmente al tener que corregir comportamientos inadecuados a la luz de la Biblia. Por lo visto solo me consideraban pastor cuando dejaba pasar por alto lo que algunos consideraba correcto, a pesar de que la Palabra de Dios dijera todo lo contrario.

Ahora poseo una acreditación como Ministro de Culto, y la congregación a la que pertenezco está “legalizada”; pero los problemas continúan siendo los mismos, porque no se trata de estar legalizado o no, se trata de que cada uno de los miembros de una congregación, asuma totalmente su responsabilidad en Cristo, sin olvidar que al que mas se le da, mas se le exigirá.

Me siento responsable ante Dios, sin haberlo buscado, de todos y cada una de las personas que pertenecen a la congregación que presido, ya que fueron las circunstancias las que me llevaron a ello. Y se que daré un día cuenta a Dios, de todo lo que hago y de todo lo que no hago.

Me preocupo cuando un matrimonio no se lleva bien. Cuando alguien no tiene trabajo o se queda sin él y le ayudo en lo que puedo. Animo a los desanimados. Escucho a todos aquellos que necesitan que se les escuche. Pero cuando intentas amonestar o corregir alguna conducta indebida, a la luz de la Palabra de Dios, te lo hacen pagar, ignorándote y dejando de asistir a los distintos servicios; dándote a entender, que a pesar de haberlo afirmado en muchas ocasiones, ni te consideran como “su pastor” ni que la congregación a la que “pertenecen” les importe. (Hebreos, 13:17)

Aunque al tiempo regresan pidiéndote perdón; como si no hubiera pasado nada. (Mateo, 18:22-23)  Y tu continuas con tu trabajo en Cristo, como pastor, sin haberlo buscado, como en mi caso.

De todas maneras, también hay miembros fieles que en muy pocas ocasiones causan problemas, y en caso de causarlos son circunstanciales, y que te respetan y te consideran como “su pastor” sin tu haberlo buscado. Gracias a Dios, por ellos.

He querido poner por escrito parte de mi experiencia al servicio del Señor, como ejemplo, para que ayude a reflexionar a todos aquellos que se hayan dignado a leer este alegato, al menos durante unos minutos, de lo que significa ser pastor.

Y que comprendan de una vez, que el pastor, tu pastor, simplemente es un hombre.

Un hombre que sin haberlo pretendido con anterioridad o pretendiéndolo, está al servicio de tu Dios. Con las mismas necesidades y limitaciones que tienes tú.

Que necesita ser amado y respetado como tu. Que a veces se siente solo, o triste, o incomprendido y tal vez impotente ante algunas situaciones, igual que tu. Pero que se lo guarda todo para él y para el Señor; porque no quiere que con su tristeza otros se sientan tristes; ni transmitir a otros su soledad.

Una persona al que se le puede herir y humillar con facilidad, pero que él lo soporta y pasa por alto, para que no se pierda, si le paga con la misma moneda, al que le humilló.

Que se le puede además y con total libertad, juzgar y criticar, y que ellos ni deben ni pueden hacerlo, porque su Señor, que es tu mismo Señor, así se lo demanda. Y que además debe estar a tu servicio, siempre que lo necesites, porque también se lo demanda el Señor.

Tal vez, igual que tu, casado y con hijos a los que mantener, cuidar y educar, cosa que a muchos se les olvida, al creer que al recomendarles en tantas ocasiones, que anden en el Espíritu y no proveer para la carne, los pastores y sus familias, no tiene necesidad de comida, vestido y calzado, y muchas otras cosas mas, como las que tu necesitas. Olvidando muy ha menudo que el obrero de Dios, también es digno de su salario.

Además de tener que estar siempre estudiando las Escrituras, para poder exponértelas de tal forma que las comprendas sin ningún tipo de esfuerzo por tu parte, y de orar sin cesar por tus necesidades y la de los demás, sin olvidarse de ninguna de ellas para no sentirse culpable, en caso de hacerlo. Pidiéndole al Señor que te cuide y te guarde, y te libre de todo mal a ti y a tu familia. Rogándole a Dios, que no tenga en cuenta las faltas cuando se levantan contra él, como pastor; y que las perdone, (las de todos) porque detrás embrollándolo todo (eso dice la mayoría) está el maligno ¿?, que el Señor le reprenda. Clamando por todos aquellos que el Señor ha puesto a su cargo, para que crezcan en la fe y que le sean fieles en todo al Señor Jesucristo, para testimonio de los que aún no le conocen. (Hebreos, 13:7)

Hay tantas cosas mas, que se podrían añadir o quitar, para explicar lo que es un pastor, que llenaríamos algunas páginas mas, así que vamos a dejarlo aquí, para no aburrir al lector.

Así que, concluyo con una definición muy personal de lo que en sentido espiritual, es para mi un pastor.

Pastor: título o nombre que se le da a la persona que se encarga de guiar, cuidar y alimentar, espiritualmente a la grey de Dios puesta su cargo.

Trabajo que con título o sin él, llena de satisfacción, a todos los que el Señor llama a entrar a su servicio, olvidando infidelidades y contratiempos, al tener la certeza, que a su tiempo verán el fruto de su trabajo y la gloria de Dios.

Que el Dios de toda Gloria bendiga y guarde a todos aquellos, con papeles o sin ellos, que dedican su vida a su servicio. Amén y amén.

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

2 comentarios sobre “¿Pastor….?

  1. Está claro que el pastorado es un ministerio y, al igual que los otros ministerios, es el mismo Dios quien lo da..Una vez llamado me parece adecuado que la persona en concreto se forme al lado de otros con mayor experiencia o en un seminario (Jesús mismo llamó a los 12 y los tuvo un tiempo junto a Él instruyéndoles)…estamos de acuerdo en que el simple hecho de acudir a una institución para conseguir la titulación no te da el ministerio…El señor bendiga a todos los llamados y escogidos para pastorear su grey.

  2. Pastor gracias por estate palabra que conforta mi alma y sobre todo ahora que me quitaro 4 discos de la columna y me los remplasaron poor metal.
    Dios bendiga todo su ministerio. Y toda su familia.

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